viernes, 3 de diciembre de 2010

Por qué España no debería quebrar. (Mercados financieros y bolsa. 6)

Interesante artículo de Ignacio de la Torre en la que explica el por qué España no debería quebrar, y del que estoy bastante de acuerdo:

“España no puede quebrar. Si quebrase los alemanes se quedarían sin pensiones”. Así se expresaba hace tiempo en privado un alto directivo de un gran banco español. La lógica de su argumento era la siguiente: los alemanes durante mucho tiempo han mostrado una baja propensión al consumo y una gran potencia exportadora. Ambos fenómenos han acumulado ahorros masivos que se han canalizado a través de los bancos y los fondos de pensiones alemanes hacia proyectos de inversión en países en déficit, como EEUU, Irlanda o España.

Alemania ha sido probablemente el principal comprador de cédulas hipotecarias españolas. Si España entrase en quiebra el valor de muchas de estas cédulas se desplomaría, y esto afectaría de lleno a las pensiones y bancos alemanes.

Lo cierto es que España ha quebrado bastante habitualmente desde el siglo XVI. Los grandes imperios se forjan mediante la acumulación de capital que permite la expansión territorial, pero España construyó su imperio sin haber acumulado capital, de ahí las constantes bancarrotas. Por su lado, Grecia ha estado en bancarrota o en reestructuración más de la mitad de su vida desde su independencia de Turquía a principios del XIX. Las quiebras de los Estados han sido muy habituales, y el mundo seguía existiendo. Sin embargo hoy en día nos asfixia un entorno en el que parece traslucirse que una quiebra soberana de un país del euro puede suponer el fin del mundo.

En parte esta idea es cierta. El motivo es la excesiva bancarización de la economía construida precisamente sobre unos bancos extremadamente frágiles.

Hace un siglo, si un país quebraba, el impacto en los bancos era serio, pero menos que hoy. El motivo es que hace 100 años los bancos operaban con estructuras de capital de un tercio fondos propios y dos tercios fondos ajenos. El default provocaba pérdidas, pero el colchón de capital era muy grande.

Por otro lado, los activos bancarios representaban proporciones sobre PIB mucho más reducidas que las actuales, y la caída de un banco no tenía efectos tan sistémicos como hoy. En la actualidad, los bancos operan con estructuras de capital media de un 5% fondos propios y un 95% de fondos ajenos, por lo que la mínima pérdida en los activos puede provocar la insolvencia de la institución financiera. Si además el peso de las instituciones es elevado (los activos bancarios irlandeses representan 10 veces su PIB, los del Reino Unido, 3 veces, los españoles, 2 veces), entonces la garantía implícita que los Estados mantienen sobre los pasivos bancarios se puede convertir en inasumible para el contribuyente, en especial si se parte de posiciones de endeudamiento (público o privado, ya que el endeudamiento privado pronto se transforma en público, como se ha comprobado en EEUU y en Irlanda y pronto en España a través del FROB) elevadas.

El Reino Unido ha participado en el rescate irlandés con una importante suma debido a “que son un buen vecino” en palabras del canciller del Exequer. Piadosa mentira para referirse a que los bancos británicos que están expuestos a riesgo irlandés, y si no hay rescate irlandés hay que rescatar a ciertos bancos británicos.

Estas ideas nos ayudan a entender el marco por el que España no debería quebrar:

a) Si la exposición de bancos europeos al riesgo irlandés o griego ha sido clave para entender los rescates a pesar de que los mismos estaban prohibidos en el Tratado de Maastricht, la situación española es mucho más relevante, ya que con una economía de mucho mayor tamaño, la exposición de la banca europea a España es extremadamente más sistémica.

b) Una quiebra española podría suponer el toque final para el euro. España tendría que aprobar la salida del euro por ley, y durante su tramitación los activos monetarios en España se trasladarían masivamente hacia otros miembros del euro, provocando una crisis bancaria inasumible. Por otro lado, al estar la deuda (pública y privada) denominada en euros, su pago sería inviable por parte de un país que ha vuelto a una peseta devaluada, incrementando el efecto sistémico dominó entre el sistema financiero europeo. Por último, si el final del euro acaba suponiendo una vuelta al Deutsche Mark, éste se apreciaría enormemente (25-35%?), provocando el hundimiento de las exportaciones alemanas, el maná de su economía.

c) El EFSF (para entendernos, el fondo monetario europeo) no tiene capacidad financiera en su dimensión actual para rescatar a España, ya que para mantener su calificación crediticia AAA necesita mantener una parte relevante de sus activos en liquidez. Dado que parte del dinero se ha empleado en Irlanda y que otra parte debería estar consignada a Portugal no habría efectivo suficiente en sus situación actual para cubrir los 300.000 millones de euros que el Tesoro ha de afrontar en vencimientos en los próximos tres años (esto asumiendo que la banca española es capaz de refinanciar su deuda en el mercado con o sin aval del Tesoro, hipótesis no muy realista). Esto implica que habría que dotar con muchos más recursos al actual fondo europeo, algo difícilmente digerible en el Bundestag.

Estos hechos nos llevan en mi opinión a las siguientes conclusión: el gobierno español será presionado a un nivel extremo para reformar el sistema financiero (cajas), las pensiones (computando la vida laboral para el cálculo de la pensión), el sistema laboral (reforma de la negociación colectiva) y la reforma institucional (fijando de verdad capacidad de gasto y endeudamiento de Comunidades y Ayuntamientos). A todos nos va que esta presión sea efectiva y que los políticos por una vez demuestren liderazgo en un momento tan delicado de nuestra Historia.

Uno de los primeros números de ABC de 1905 mostraba en su portada a barcos de guerra ingleses en la bahía de Caracas, bombardeando la capital de Venezuela para reclamar el pago de la deuda. Afortunadamente hoy en día los europeos somos menos violentos.

Sin embargo algo resulta claro: estamos viviendo el final de la soberanía fiscal de España (Estado, Comunidades y Ayuntamientos). Los sufridos ciudadanos, europeos y españoles, deberíamos alegrarnos de esto. Nunca más la clase política tendrá la capacidad de endeudar directa e indirectamentetan irresponsablemente a nuestros hijos y nietos de la forma que lo ha hecho en los últimos 15 años."

Visto en Cotizalia.

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