miércoles, 6 de abril de 2011

Senna-Prost: el ying y el yang de la Fórmula 1 (II). (Ocio, Entretenimiento. 179)

Tras la Primera parte, aquí la Segunda parte del interesante repaso a la mítica rivalidad enter dos de los mayores genios de la fórmula 1: Alain Prost y Ayrton Senna:

“Ayrton tiene un pequeño problema, piensa que no puede matarse porque cree en Dios, se cree invulnerable y esto es muy peligroso para otros pilotos.” En 1989, Alain Prost aprovechaba la apertura de Ayrton Senna sobre sus profundas convicciones espirituales para ganar en el exterior la batalla que perdía en el seno de McLaren. Si el brasileño ponía en evidencia la calidad de Prost como piloto, éste le dibujaba como un hipócrita sin reglas.

Monza fue el punto más bajo de la temporada para Prost. “Senna tenía dos coches, con 20 personas a su alrededor, y yo tenía sólo uno, con tal vez cuatro o cinco mecánicos trabajando para mí. Estaba solo en un rincón del box y fue, quizás, el fin de semana más duro de mi carrera deportiva. Honda estaba realmente contra mí entonces, era difícil luchar por el campeonato así”. Pero Prost llegó en cabeza a Suzuka, el primer “match ball” para su revancha de 1988.

Ojo por ojo

El francés avisó antes de la carrera: “Muchas veces este año he abierto la puerta a Senna, pensando en el equipo, pero esta vez no la abriré”. En la prueba, el francés jugó con su rival quien, necesitado de la victoria a toda costa, arriesgó una de esas maniobras que, según Martin Brundell, “te colocaban en una posición en la que si no abrías la puerta a Senna, parecía que el accidente era culpa tuya”. Los monoplazas se engancharon. El francés abandonó pero, inesperadamente, el brasileño siguió a través de una chicane. Fue descalificado por la FIA, y Prost logró su tercer título. Aquel invierno se produjo un duro enfrentamiento entre Senna y el presidente de la FIA, Jean Marie Balestre. El brasileño estuvo a punto de abandonar la Fórmula 1.



Prost se marchó a Ferrari en 1990. Un año después, de nuevo en Suzuka, era ahora El Profesor quien necesitaba el triunfo. En la primera curva, el brasileño se llevó por delante a su rival. En principio rechazó su responsabilidad, aunque un año después la reconocería públicamente, también ante el propio Prost. “Después de retirarme, me explicó sus razones. Estaba furioso con Balestre por no cambiar la parrilla para que él pudiera salir desde la izquierda. Me confesó que decidió que, si yo llegaba a la primera curva, me sacaría”. Senna logró así su segundo título.




La pugna, también, por el mejor coche

Durante 1991 la tensión no disminuyó. Tras una maniobra del brasileño en el Gran Premio de Alemania, Prost llegó a amenazarle públicamente, “si vuelve a hacer lo mismo, le echaré fuera de la pista”. La FIA le sancionó. Enfrentado a Ferrari, El Profesor se retiró durante un año.

En 1993 regresó al equipo Williams, la referencia del momento. Senna incluso se ofreció gratis a Frank Williams, sin éxito. Prost ganó el título con un monoplaza muy superior al resto, aunque sufrió la memorable victoria del brasileño bajo la lluvia de Donington Park. Mientras Prost explicaba las difíciles condiciones de carrera en la rueda de prensa, Senna le interrumpió “si quieres, cambiamos de coche…”. Para 1994, Senna volvió a la carga. Prost decidió retirarse aún con una cláusula por la que ambos nunca podrían formar parte del mismo equipo.

“Vas a engordar”

Sin embargo, a finales de la temporada 93, algo cambió entre ambos. En la última carrera del año, camino del podio, Senna le preguntó “¿A qué te vas a dedicar ahora?” “Aún no lo sé”, respondió Prost. “Vas a engordar”, contestó Senna sonriendo. En el podio, inesperadamente, Senna abrazó a Prost por detrás y le subió a su lado. Al respecto, Senna respondería poco después: “Creo que nuestra actitud en el podio habla por sí misma. Refleja mis sentimientos, y creo que también los suyos”.

“Comencé a conocer al verdadero Ayrton dos o tres meses antes de su muerte”, confesó Prost años después. “En los últimos meses me llamaba frecuentemente”, y le hacía unas confesiones inusuales sobre sus sentimientos, la competitividad de Williams, o sus sospechas sobre Schumacher y Benetton. Y, sobre todo, “me pedía que volviera. “Vale, le contesté, pero con un mal coche. Sí, pero vuelve…, me contestó…”.

“La primera muestra de fragilidad”

En mayo de 1994, Prost acudía como comentarista televisivo al Gran Premio de San Marino. “Tuvimos la conversación más cálida que pueda recordar. Por primera vez sentí que realmente quería que fuéramos amigos”. Poco después, Senna lanzaría aquel famoso mensaje de bienvenida desde su monoplaza. “Aquella mañana -la de su fallecimiento- me sorprendió, porque atravesó entre la gente para venir a verme al set de televisión, algo inusual. Todo el mundo asistía en silencio. No era para nada importante, pero noté que solo quería estar cerca de mí. Era la primera muestra de fragilidad que le veía, a alguien que siempre había intentado dar pruebas de querer ser más fuerte que yo”. Prost le devolvió la visita al box justo antes de la carrera. Poco después, Senna fallecía.

“Cuando murió, yo dije que una parte de mi también había muerto, debido a lo ligadas que habían estado nuestras carreras”. Alain Prost dudó inicialmente en asistir a su entierro. Luego, transportaría su féretro, ante miles y miles de brasileños. “Si no hubiera ido, me hubiera arrepentido el resto de mi vida”.

“Creo que Alain y Ayrton se necesitaron mutuamente”, confesaría después la hermana de Senna, Viviane, “para llegar a su máximo nivel necesitaron a un rival que sacara lo mejor de sí mismos. Creo que Ayrton no hubiera sido lo que fue sin Alain. Y Prost no hubiera sido lo que fue sin Senna”. Como el ying y el yang, donde cada una de las partes solo adquiere sentido por su opuesto…

“Te echo de menos, Alain. Saludos a mi amigo Alain, te echo de menos, lo sabes".

Fuente: El Confidencial.

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