lunes, 25 de junio de 2012

Respuesta a S. McCoy. España no puede ser optimista sin una revolución. (Política, Economía. 750)

Jorge Valin contesta a McCoy tras su artículo en las que da Cuatro razones simples por las que España tiene solución:


Respuesta a S. McCoy. España no puede ser optimista sin una revolución

"S. McCoy ha publicado en El Confidencial las Cuatro simples razones por las que España tiene solución. Siempre va bien un poco de esperanza en la época oscura que nos ha tocado vivir, y muy especialmente en la que estamos. Desafortunadamente el artículo no está a la altura de otras notas que el autor nos tiene acostumbrados. McCoy nos dice que hay que ser optimistas porque:
  • “España ofrece un entorno único, por clima, ubicación geográfica e infraestructuras para que cualquier firma extranjera se instale en nuestro territorio”.
  • “…Tenemos probablemente la generación mejor preparada, al menos académicamente, de nuestra historia [...] lo que sobra en esta nuestra nación es gente con ganas de currar de todo el espectro social y económico”
  • “…La capacidad instalada en el país es enorme [...] es hora de hacer uso de la imaginación para reconvertir infraestructuras, en términos de uso u aprovechamiento, para dar salida a la oferta de viviendas a través de una reorientación hacia el mundo de los servicios vinculados a esa España que envejece y sigue siendo destino preferencial del turismo mundial, o para crear grandes centros logísticos o fabriles…”.
  • “… El nacimiento de internet y el proceso de virtualización que lleva aparejado supone un nuevo paradigma también en relación con los procesos de creación, diseño o evolución”.
¿Y qué es lo que pasa? Falla, a juicio del autor, “la Administración en sus distintos estratos que debería ser la encargada de potenciar los recursos físicos, activar el mercado laboral, ayudar a la ‘reconversión inmobiliaria e industrial’, fomentar el emprendimiento y la innovación”.

El problema real de España

Este país tiene más problemas que virtudes desde un punto de vista económico, pero el peor de ellos, es el tipo de economía tercermundista que la define. El sistema de producción es trabajo–intensivo, esto es, los escenarios de producción no están dilatados como en otros países como Estados Unidos, Alemania o Japón. Cada unidad productiva adicional siempre será más cara que entre los “pares” de España. Sin embargo, España tiene tiene sueldos altos. Sí, altos. Altos comparados con lo que produce, que a la vez viene dado por la enorme rigidez del mercado de trabajo totalmente soviético y confiscatorio. ¿Es de recibo que un país con la mayor tasa de desempleo de la UE tenga hasta un 50% de impuestos sobre el salario de las personas contando IRPF, seguridad social, parte de la empresa al trabajador…?

España basa su crecimiento en la construcción, el turismo y el crédito de la banca. La concentración en sectores hace que el país sea especialmente expansivo en épocas de bonanza, y ‘recesivo’ en épocas de crisis. Han sido todos los gobiernos de este país los que han diseñado este tipo de rígida y arcaica economía. El modelo productivo en España se parece más al de un país soviético que al de uno de libre mercado. ¿Tiene sentido que los bares y restaurantes paguen IVA reducido y otras PYME no? ¿Tienen sentido las desgravaciones por compra de vivienda, más aún cuando esto ha contribuido activamente al incremento de la vivienda en España? Multitud de leyes han creado que los recursos disponibles se canalicen a sectores concretos dejando muertos o sin explotar el resto.

Todo esto es economía dirigida, es la economía de el dictador de la producción de turno. La razón más probable por la cual estamos viviendo una ‘buena época’ en el turismo ahora no se debe al clima del país, sino al mal estado de su competencia, esto es, los países donde se están produciendo las revueltas árabes. Desde que empezó en Egipto el cambio de régimen, el turista ha desaparecido viniendo hacia España. ¿Qué pasará si todo se normaliza en tales países, u otros revueltos (Grecia)?
El turismo caerá como el resto de sectores. Seguir abogando por el turismo como factor de impulso del país es una medida irresponsable, colectivista y nociva para el buen desarrollo de nuestro crecimiento. Cuando el Gobierno apuesta por un modelo productivo, lo acaba matando arrastrando a la gente con él. Ningún sector ha de tener un trato espacial respecto al resto o solo crearemos una economía más dependiente y anquilosada; mucho más sensible a los ciclos que el resto de países. Y a la vez, menos ágil, para adaptarse a las nuevas realidades económicas.

Resulta bastante dudoso que esta sea la generación más preparada de todos los tiempos, ni que el español medio quiera trabajar. Una generación preparada no es la aquella cuyos actores tienen un doctorado. Preparado laboralmente significa adaptabilidad, trabajar por tu producción y con una gran visión a los resultados. En la universidad nunca han enseñado nada útil, y no va a cambiar en el futuro. El joven de hoy día quiere trabajar poco, cobrar mucho y gastarlo todo mientras el Estado “le regala” todos los servicios posibles. No es buena filosofía de vida. Thomas L. Friedman (conocido periodista americano y autor de La Tierra Es Plana) decía que en China la figura más popular es Bill Gates, mientras que en EE.UU. es Britney Spears. Pues si para Friedman eso es malo, que venga a España y verá que las estrellas nacionales son los concursantes de Gran Hermano. Mire cualquier anuncio de televisión. ¿Cómo se identifican con los jóvenes? Bueno, no buscan su empatía con personas que quieren alcanzar el éxito mediante el trabajo, riqueza ni bienestar a largo plazo. Es al revés, siempre empalizan con ellos con seres hedonistas, irresponsables y vagos. Algo sabrá el mundo de la publicidad de cómo es el prototipo del joven español. Incluso una las canciones más populares del año ha sido el Himno Ni-Ni (Estos son nuestros valores y así nos va…), que es una oda al parasitismo. Y es que podemos encontrar más ejemplos: ¿qué reclama la sociedad española con sus manifestaciones? ¿Más libertad de mercado para crear su empresa, menos impuestos, más diversidad económica y menos ayudas o menos “igualdad por ley”? No, todo lo contrario: más subvenciones, más “seguridad” en el trabajo (¡ja!), esto es, más leyes contra el mercado, más salario mínimo, más prestaciones laborales… El sentimiento español es puramente parasitario, de funcionario. Solo un 8% de los estudiantes quiere ser empresario.

McCoy afirma que “la capacidad instalada en el país es enorme”. ¿Seguro? Ese diseño lo ha creado el Estado siguiendo sus intereses personales y corporativistas que tanta corrupción han dado al país. Si de verdad fuera así, miles de empresas vendrían aquí para aprovecharse de esta ventaja diferencial, y sin embargo, no ocurre. En EE.UU. hubo una amplia libertad de empresa y eso creó rascacielos, parques temáticos, grandes industrias sólidas que no requerían de mil permisos para ser construidas. La gente, y no el Estado, diseñó cada ciudad orientada a la alta producción. Miren el caso de Eurovegas. Cuando el mercado intenta elegir y crear un modelo real de mercado y producción, la política e intereses corporativistas lo intentan anular. Incluso en el transporte. España suele presumir de tener las mejores carreteras de Europa, y tal vez sea cierto, ¿pero a qué precio? Su elaboración ha sido tan irresponsables desde el punto de vista presupuestario, hay tantas leyes que regulan cómo ha de ser el material, la construcción, el diseño, el entorno ecológico… que ahora tenemos que pagar por ello queramos o no con más impuestos y peajes que va a alimentar al Gobierno y a los lobbies. Sin mencionar el coste inmenso en corrupción y favores que esto nos ha costado y seguirá costando.

El problema de España, no es que sean los españoles, sino su jurásico modelo productivo y un Gobierno Omnipotente. La solución no es que los políticos diseñen nada, como afirma McCoy, como más enfoque a la innovación, la reconversión de la industria y esas cosas. Los dictadores de la producción no son la solución, han sido el problema y lo seguirán siendo. Esto es, no es la solución que el Estado cambie las cosas. Los gobernantes siempre actuarán en motivación de sus intereses individuales y corporativos. Simplemente el gobierno ha de desaparecer del mundo de la producción y cada español aprenderá a vivir de su esfuerzo y trabajo orientando el crecimiento a los deseos del consumidor nacional y extranjero. ¿Y qué probabilidades hay de que el Gobierno deje de hacer locuras como incentivar sectores, bajar impuestos, eliminar cualquier ley al trabajo, reducir a cero su tamaño en la economía o aniquilar el peor sistema criminal de la historia después del comunismo, esto es, el Estado del Bienestar? Ninguno. Siendo así, España lo tiene mal vendiendo solo optimismo y prescribiendo, desde el punto de vista político, aspirinas para sus tumores. Más de cien años de socialismo y Gobierno Omnipotente no se arreglan con una evolución, sino con una revolución económica y social enfocada a la soberanía del individuo como único amo de su producción y libertad. Desafortunadamente, aún estamos muy lejos de algo así."

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