sábado, 29 de septiembre de 2012

Las auténticas cifras del informe de Oliver Wyman. (Economía, Pólítica. 905)

El siguiente artículo analiza las cifras del informa Oliver Wyman y las compara a lo que el gobierno dice:

Un artículo del blog de Juan Ramón Rallo (simplemente he mejorado el gráfico para hacer su análisis más sencillo):

"Alguna prensa de este país tiene la mala y servil costumbre de creerse las cifras que le proporciona un Gobierno cuyo primer interés es engañar a la ciudadanía utilizando a los medios de comunicación como correa de transmisión. Sólo así se entiende que, en lugar de acudir al informe de Oliver Wyman y analizar mínimamente los datos, prácticamente todos hayan preferido titular por esa ridículamente baja cifra de 40.000 millones que nos ha brindado el PP. En realidad, como ahora vamos a explicar, la cifra total de capital que el Estado tendrá que inyectar a la banca será de un mínimo de 90.000 millones de euros y podría alcanzar hasta los 160.000 millones; esto es, entre el doble y cuatro veces la cifra pregonada a los cuatro vientos. Además, lejos de tener un sistema supersolvente, descubriremos que todas las entidades –salvo Santander y KutxaBank– necesitan de inyección de capital: sí, incluyendo al BBVA (por culpa de su adquisición de Unnim) y Caixabank (por culpa de su adquisición de Banca Cívica).

Todos los datos que voy a emplear se han extraído del informe de Oliver Wyman que podéis leer aquí. Sin embargo, yo mismo hice en el pasado estimaciones de necesidades de capital de la banca casi calcadas a las de Wyman. Vamos, que las cifras, con las salvedades que introduciré al final del post, son bastante consistentes.

Para empezar, aclaremos que la cifra de 40.000 millones de euros que maneja el Gobierno no son las pérdidas que hasta 2014 experimentará la banca, sino el capital que se considera que tendrá que inyectar el Estado en los bancos para acabar de tapar todas las pérdidas de la banca. Pero las pérdidas son muy superiores: en concreto, 269.000 millones de euros. En la table que se encuentra más adelante las podéis encontrar clasificadas por entidad. Es fácil ver que la entidad con más pérdidas conjuntas hasta 2014 será Bankia, con más de 42.000 millones. Pero, a renglón seguido, aparece el Santander, con más de 34.000 millones. ¿Significa ello que el Santander está en una situación tan crítica como Bankia y que necesitará de ayudas públicas similares? Al menos, si tomamos por buenos estos datos, no.

Sucede que los bancos tienen tres líneas de defensa propias para absorber estas pérdidas: los beneficios anuales antes de reconocer las pérdidas por impagos crediticios, las provisiones ya dotadas para absorber pérdidas futuras y el capital del banco. Así, mientras Bankia sólo posee, juntando estas tres partidas, un colchón de 25.000 millones para absorber sus 42.000 millones de pérdidas, el Santander disfruta de uno de más de 90.000 para absorber sus 34.000.

Ahora bien, aunque hayamos incluido el capital como la tercera línea de defensa de un banco frente a sus pérdidas, lo cierto es que el capital no puede reducirse a cero. Nadie confiaría en una entidad con una nula capacidad para absorber pérdidas futuras. Entonces, ¿cuánto capital debe tener? Pues, pese a que haya cundido el mito de que la banca está hipermegasuperdesgulada, lo cierto es que esta decisión no les corresponde ni a los gestores del banco ni a sus accionistas, sino que viene fijada por el regulador: en el caso de España, el Memorandum de Entendimiento suscrito por el Gobierno español y Bruselas exige a nuestras entidades un capital equivalente al 9% de sus activos (ponderados por riesgo). Si una entidad es capaz de absorber todas sus pérdidas pero se queda con un capital inferior al 9% de sus activos, el Estado tendrá que inyectar la diferencia.

Y es aquí donde nos encontramos la primera deficiencia de los cálculos de Oliver Wyman. En el cálculo de necesidades de capital del escenario adverso, Oliver Wyman asume que los bancos españoles se quedarán con un capital del 6% de sus activos, cuando tal punto es inviable debido a las exigencias del Memorandum de Entendimiento. Obviamente, sí asumes que tu capital final será menor del que debe ser, el Estado se ve compelido a inyectar mucho menos capital del que deberá inyectar finalmente.

Teniendo esto en cuenta, procedamos a recalcular las necesidades de capital de la banca española por cada grupo bancario. Cada banco necesita cubrir su deficiencia de capital hasta alcanzar un capital del 9% y las pérdidas de los próximos tres años con sus provisiones existentes, con los nuevos beneficios antes de dotar nuevas provisiones y con otras fuentes de financiación (impuestos diferidos y esquemas de protección de activos, de los que luego diré algo). La diferencia entre ambos grupos de magnitudes es el capital que necesita el banco y que previsiblemente se saldará con inyecciones de dinero público (aunque no necesariamente, luego lo comentaré).



















Vemos que, a cierre de 2011 (momento en el que se realizó la auditoría), sólo Santander y Kutxabank no necesitaban de capital adicional. Todos los demás, sí. ¿Y cuánto suman las necesidades de capital de todos los demás? (obviamente, no podemos restar de estas necesidades de capital el exceso de capital de Santander y Kutxabank, porque los accionistas de Santander no van a comerse las pérdidas de Bankia): pues unos 80.000 millones de euros. Éste este es el capital extra que según Oliver Wyman necesita la banca española para ser solvente.

El Gobierno se ha empeñado en que ese capital provenga del dinero de todos los contribuyentes, ya sea en forma de compras de activos tóxicos a precios inflados vía banco malo o ya sea vía inyección directa de capital. Pero, como luego explicaré, no tendría por qué ser así. Ahora bien, si el propósito del Gobierno es que esos 80.000 millones procedan íntegros del contribuyente, tengamos en cuenta que la contribución final del Estado será todavía superior: recordemos que una de las fuentes por las que los bancos cubren sus pérdidas futuras son los esquemas de protección de activos (de la CAM, Unnim e Ibercaja-Liberbank-Caja 3), que en el fondo son pérdidas futuras que ya se ha comprometido a comerse el Estado y que ascienden a unos 7.800 millones de euros. Por tanto, la socialización total de pérdidas ascendería a 88.000 millones de euros. Cifra calcada a la que llevaban hoy muchos periódicos, ¿verdad?

Ahora bien, aquí podría no terminar la historia. Fijémonos que una de las principales fuentes de absorción de pérdidas son los beneficios antes de provisiones que generará la banca en 2012, 2013 y 2014. Y yo aquí tengo serias dudas: si hoy todo el mundo desconfía de la banca española es porque considera que no es solvente. ¿Y por qué no lo es? Porque su capital y provisiones actuales no cubren ni de lejos todas sus pérdidas crediticias futuras. Justamente por eso, es dudoso que logremos tranquilizar a los inversores diciéndoles que por el momento no es solvente pero que gracias a los magníficos beneficios de los próximos dos años y medio ya lo será. En tal caso, la solvencia y el saneamiento de nuestra banca quedan aplazados a 2014 y condicionados a que esos beneficios se sigan generando de manera tan abundante como hasta la fecha. Dicho de otro modo: no despejamos dudas sino que las aplazamos. Las pérdidas ya están ahí, ocultas en los balances de los bancos; pero el capital necesario para cubrirlas lo estará, tal vez, a comienzos de 2015.

Si de sanear hoy la banca se trata, habrá que inyectar lo antes posible el capital que se cree que afluirá a los bancos a lo largo de los próximos años para alcanzar el 9% de capital (no porque Bruselas nos lo vaya a exigir de inmediato, sino porque es una ratio razonable de capitalización para disipar dudas). Eso significaría que los bancos necesitarían a corto plazo unos 55.000 millones de euros más, con lo que las cifras totales de inyecciones de capital ya ascienden a casi 135.000 millones de euros: en realidad algo menos, pues los beneficios antes de provisiones de 2012 ya se han incorporado y ascenderán a unos 20.000 millones de euros.

¿Es lógico que se exija esta inmediata capitalización de los bancos en función de las incertidumbres que nos rodean? Absolutamente: dados los deplorables presupuestos que ha presentado el Gobierno y que amenazan con llevar al país a la suspensión de pagos, las pérdidas previsibles de la cartera crediticia de la banca ya no se restringen a las hipotecas o los préstamos a promotores, sino que se extienden a las tenencias de deuda soberana (cercanas a 300.000 millones de euros). Además, tengamos presente que este análisis de Oliver Wyman limita el estudio de la solvencia de los bancos hasta 2014: todas las pérdidas que sigan aflorando a partir de entonces serían nuevos clavos en la solvencia de nuestras entidades. ¿Podemos dejar esta incertidumbre flotando en el aire durante tantos años y corresponde afrontar ya el restablecimiento de unos niveles simplemente aceptables de capital para nuestros bancos? No: es más, para despejar cualquier duda habría que proceder a una recapitalización incluso mayor de la proyectada.

Ahora bien, que la banca española necesite lo antes posible de entre 150 y 200.000 millones de euros para afrontar la crisis durante los próximos cinco años no significa que todo ese dineral deba proceder de los contribuyentes. De hecho, de los contribuyentes no debería venir ni un solo euro. Como explico en mi próximo libro “Una alternativa liberal para salir de la crisis: más mercado y menos Estado”, los liberales –nada que ver con este Gobierno– se oponen por lo general a socializar las pérdidas de los bancos; por el contrario, favorecen su plena asunción por parte de los bancos, esto es, de sus accionistas y acreedores. El sistema bancario español tiene capacidad para hacer aflorar a corto plazo esos 150.000 millones de euros de los que hablamos a través de la conversión de deuda en acciones, esto es, a través del llamado bail-in.

El Gobierno puede engañarse todo lo que quiera diciendo que nuestros bancos sólo necesitarán una inyección pública de 40.000 millones de euros: no es así. Si el PP sigue restringiendo el bail-in a una moderada quita a los tenedores de preferentes y de deuda subordinada (en lugar de extenderla a la deuda senior), no le quedará otro remedio que entrar en el capital de los bancos con toda la artillería, es decir, agotando los 100.000 millones de la línea de crédito de Bruselas y, probablemente, pidiendo una ampliación (o combinando esos 100.000 millones con un bail-in parcial como el que se programa para preferentistas y obligacionistas subordinados). Es decir, socializando las pérdidas entre todos los españoles.

En suma, si el Gobierno se niega a seguir la razonable vía del bail-in: a) tendrá que inyectar un mínimo de 90.000 millones de euros a la banca (y no 40.000); b) no despejará ni mucho menos todas las incertidumbres que pesan sobre nuestro sistema financiero y si lo hace (inyección de 150.000-200.000 euros), lo hará a costa de abocar las finanzas públicas a la suspensión de pagos y, por tanto, de generar nuevas y peores incertidumbres. La papeleta de nuestra poco solvente banca está lejos de haberse resuelto."

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