martes, 4 de diciembre de 2012

“La universidad española es muy ineficaz” (Educación, Salud. 118)

Miguel Carmelo recalca en esta entrevista varias de las ineficiencias y puntos negros del sistema educativo en España:

"Acaba de tomar las riendas en Europa de un gigante mundial de la educación superior, con más de 1.500 millones de euros de facturación. El directivo de Laureate cree que nuestro sistema universitario gestiona mal los recursos y apunta ideas para un nuevo modelo.
Después de 18 años en una multinacional de gran consumo como Unilever, en la que llegó a ser director de márketing y presidente y director general en España de Lever, una de las compañías del grupo, en el año 2000 Miguel Carmelo dio un giro a su carrera y se incorporó a uno de los gigantes mundiales de la educación superior, Laureate International Universities, con más de 1.500 millones de euros de facturación en todo el mundo y 137 en España. Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Complutense y doctor por la Autónoma de Madrid, primero fue responsable en España, después de la región mediterránea y ahora CEO del grupo en Europa.
¿Qué objetivos se marca?
El grupo tiene una estrategia mundial muy clara, que se traslada a Europa con sus particularidades: la del crecimiento y expansión, vía adquisiciones o mediante licencias para nuevas universidades. Son mercados muy regulados, donde todo necesita una autorización, por lo que hay que convencer al legislador de que aportamos algo nuevo. La combinación de universidad pública y privada tiene beneficios para la sociedad y los estudiantes.
¿Qué papel tiene España en este grupo multinacional?
Aquí nació con la Universidad Europea de Madrid, que ya no es la más grande pero aporta una metodología académica que después llevamos a otros países, además de modelos de gestión y directivos. Porque la gestión universitaria es un tema candente en muchos lugares, no sólo en España. Tenemos programas internacionales de reclutamiento –de la mano de cazatalentos–, de formación y movilidad, como cualquier multinacional, para crear nuestra cantera de gestores, tanto académicos como económicos. Evaluamos el desempeño y cuando detectamos jóvenes con talento y potencial invertimos en su formación. España es una buenísima cantera.
Insiste mucho en la gestión, ¿cree que es el principal problema de las universidades?
El enorme reto de la educación superior es gestionarla. La gobernanza no es más que el management o gestión de las universidades, que es un problema grave. En general, en todo el mundo no se ha gestionado bien; o sólo se ha hecho desde el criterio de metodología pedagógica sobre la base del interés del claustro. Pero consume ingentes cantidades de recursos financieros y físicos en todo el mundo, sea pública o privada, por lo que hay que gestionarla también desde este ángulo. En España es el tema candente hoy.
¿Puede ser España una potencia universitaria como sucede con las escuelas de negocios?
Yo, con enorme pena, creo que no. Las escuelas de negocios lo han conseguido porque han ido al margen del sistema universitario tradicional. No tenemos nombres para competir por el mundo. El sistema universitario es muy local y, además, nos gusta el localismo; muy endogámico, y nos gusta la endogamia; y muy ineficaz en la gestión de los recursos, y no me atrevería a decir que nos gusta la ineficacia pero desde luego no lo hacemos bien. Las universidades que están más arriba internacionalmente, además de tener más investigación, que pesa mucho en los ránking, tienen también mejor gestión. En cualquier industria hay una empresa española entre las cien primeras y en algunos sectores tenemos compañías punterísimas. Encuentro pocas excusas, salvo que lo hacemos peor que en otras ramas, aunque es verdad que los ránking tienen sesgos que pueden perjudicar a un modelo. El español no está acorde a los tiempos que corren, pero los conocimientos no son malos, los titulados españoles no son peores que en otros países.
¿Por dónde debe pasar el futuro de nuestro sistema universitario?
Habría que repensarlo mucho y profundamente. En primer lugar, cuál es el fin de la universidad. El problema no es de penetración, ahí somos un país de talla mundial. España tiene al 50% de sus jóvenes en el sistema, como Estados Unidos, Francia y los países desarrollados grandes. El problema es que el diseño interno y las pretensiones siguen siendo como cuando sólo llegaba el 15% o 20% de la población, una elite económica e intelectual. Es como si la universidad no hubiera aceptado el hecho cierto de que está al alcance de mucha gente. No sabemos cuál es su rol. Antes tenían trabajo asegurado, ahora el principal problema de un estudiante es dónde va a trabajar o si va a hacerlo. El 95% no viene a quedarse en la universidad al terminar sus estudios, sino para incorporarse al mercado laboral; pero parece que se diseña pensando en el 5% que sí permanecerá.
Además, está obsesionada con la investigación, a la que se dedican muchos recursos, no sólo financiación sino también las horas de trabajo de los profesores dedicadas a esa labor. Unos centros generalistas que tienen que formar al 50% de los jóvenes tienen que estar más orientados a la adquisición de conocimientos y habilidades por parte de los alumnos. La universidad tiene que preocuparse de su empleabilidad. Hay que acercarse a las profesiones, que no sólo a la empresa, porque muchos serán médicos o emprendedores y no trabajarán en compañías tradicionales.
El modelo de financiación también está en pleno debate...
Sí, también hay que repensar el sistema de financiación porque es muy difícil que dé de sí para que estudie semigratuitamente el 50% de la población. Con un sistema de becas de verdad, que garantice que nadie deja de estudiar por dinero, pero no un sistema que hace que todo el mundo estudie de forma semigratuita. Y con préstamos a muy largo plazo avalados por el Estado.
Pero también el modelo pedagógico. No podemos seguir enseñando con la clase magistral porque el mundo ya no es igual, ahora son importantes el inglés, el liderazgo, la capacidad de innovación, el emprendimiento, el trabajo en equipo. Y, por supuesto, el modelo de gobernanza. Si no, será muy difícil transformar la universidad en España. Un poquito de competencia entre universidades tampoco nos vendría mal. Ésta beneficia a todo el mundo.
¿Cómo será la universidad del futuro?
Las buenas universidades del futuro tienen que tener especial atención a ofrecer buenos másteres y formación a lo largo de toda la vida, para adultos, especialmente en países desarrollados como España, donde está pensada para jóvenes. Y para ello hace falta un sistema más flexible y menos rígido para aprobar nuevas titulaciones e introducir otras metodologías. Y tendrá que tener un gran componente de formación online. La universidad del futuro será híbrida y muy flexible, al gusto del estudiante."
Fuente: Expansión

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