martes, 29 de enero de 2013

Entrevista a David Friedman: "El dinero no debe ser un monopolio del Estado". (Economía, Política. 1.198)

Una interesante entrevista a David Friedman, hijo del célebre Nobel de economía, Milton Friedman, tras su paso por España, donde se le plantean diversos temas:


"La Editorial Innisfree acaba de publicar en España La maquinaria de la libertad, el brillante libro que David Friedman -hijo del Nobel Milton Friedman- publicó por primera vez hace casi cuarenta años. Durante su visita a Madrid, Friedman se reunió con Libre Mercado en la sede de la Fundación Rafael del Pino para hablar de diferentes cuestiones.

Pregunta (P): Su hijo Patri Friedman promueve diferentes alternativas a los gobiernos tradicionales. Entre ellas, el Instituto Seasteding, que aspira a crear comunidades sin Estado en altamar, y el proyecto de las ciudades chárter, que quiere establecer ciudades libres dentro de la jurisdicción de Estados tradicionales.

Respuesta (R): Creo que hay que explorar estos caminos. Ya le he dicho a mi hijo que dudo que funcione el primero de esos dos proyectos, pero en cualquier caso se trata de una iniciativa muy deseable. Además, como su proyecto tiene una posibilidad pequeña de éxito, el retorno que podría generar sería notablemente alto.
En cualquier caso, creo que las ciudades chárter son más realistas, aunque el proyecto con el que Patria ha estado trabajando en Honduras empieza a complicarse. La última vez que hablé con él me dijo que cree que quizá no saldrá adelante. Pero también sería un avance en la dirección correcta.

P: ¿Entonces cree que hay un futuro interesante para las ciudades chárter?

R: Veamos, un gobierno bien informado se enfrenta a un conflicto de intereses contradictorios: por un lado, maximizar su poder, y por otro, maximizar el bienestar de la sociedad a la que gobierna. Estos dos objetivos son, en última instancia, incompatibles... Pero si un gobierno es realista y lo asume, entonces iniciativas como las ciudades chárter tienen más sentido.
Ésta es una posibilidad realista en el siglo XXI. Puede que hace décadas un burócrata indio creyese en la planificación económica, pero hoy es mucho más difícil que sea así. Por suerte, como hay muchos países en el mundo, sería difícil frenar la propagación de estas iniciativas.

P: Confía, por tanto, en que el establecimiento de una o varias ciudades chárter generaría un efecto arrastre en el resto del mundo...

R: En este tema entiendo que ocurre lo mismo que en la tecnología. Basta con que un solo país permita el desarrollo de un determinado proyecto tecnológico para que los demás acaben aceptándolo, tarde o temprano.
Por ejemplo, debido al gran progreso científico que hemos vivido, pienso que existe la posibilidad de alcanzar una tecnología que frene el envejecimiento. Evidentemente, algunos gobiernos se opondrían a esto, pues complicaría más aún la supervivencia de sus programas asistenciales. No obstante, bastaría con que algunos países estuviesen dispuestos a aceptar este desarrollo para que los demás terminasen por adoptarlo.

P: ¿Qué me dice de la educación? Tanto su padre Milton Friedman como Vd. han recomendado en incontables ocasiones que este ámbito no esté en manos del Estado.

R: Soy un radical, pero no un revolucionario. Por eso entiendo que podemos avanzar en esa dirección mediante soluciones graduales como el cheque educativo. Con un sistema así, el Estado pasa de proveer servicios de educación a simplemente financiarlos. Así, las escuelas ya no están manejadas ni controladas de forma centralizada, y se ven obligadas a competir entre sí por la asignación de los recursos. Un sistema de cheque educativo asegura que los centros que proporcionen un mejor servicio serán receptores de esos fondos. A largo plazo, lo ideal sería que el sistema fuese enteramente privado y libre, pero esta es una reforma apropiada para avanzar en la dirección correcta.

P: En España no es nada fácil defender que el Estado deba replegar su papel en el ámbito educativo.

R: Pues creo que este sector es uno de los que más lejos debería estar del Estado. Entiendo que se enmarca en la misma categoría que la prensa, la radio, la televisión... Tener una agencia estatal controlando y dirigiendo la educación permite que políticos y burócratas impongan sus ideas y valores en detrimento de otras sensibilidades. Por eso creo que todo paso que nos aleje del paradigma actual será recomendable. Afortunadamente, en Estados Unidos se están produciendo avances significativos en esta cuestión.

P: Otro aspecto impopular a este lado del Atlántico es la libertad de poseer armas que defienden muchos estadounidenses.

R: Hay dos razones muy fuertes por las que merece la pena reivindicar esto. La primera es que las armas permiten a la gente protegerse mejor del crimen. La segunda es que las armas ayudan a limitar también los excesos de la policía. En mi país, como en muchos otros, los abusos policiales no siempre son castigados como correspondería. Por eso es importante defender la libertad de poseer armas: no solamente nos protege del crimen sino también de los excesos estatales contra los derechos individuales.
En esta cuestión no podemos olvidar lo importantes que son los incentivos. El criminal que sabe que nadie más va armado tiene mucho que ganar y poco que perder, pero permitiendo la tenencia de armas esos incentivos cambian y dedicarse al crimen resulta mucho menos rentable que en el escenario anterior.

P: Cambiando de tema y centrándonos en asuntos europeos, habrá podido comprobar en su visita que existen muchas dudas sobre la moneda única. ¿Cuál es su opinión sobre los problemas monetarios de nuestro tiempo?

R: A menudo planteamos el debate entre dinero fiduciario o dinero respaldado por oro olvidando que, en primer lugar, ésta es una cuestión de incentivos. Si el Estado tiene el monopolio monetario, entonces se crean incentivos perversos que invitan a manipular la moneda para generar inflación y así crear una falsa ilusión de prosperidad. Por supuesto, otro problema derivado de ese monopolio es el aumento de la deuda pública.
Sería conveniente descentralizar esta cuestión, para que sean las personas y no un banco central quienes decidan sobre el dinero. La Escocia de Adam Smith nos da algunos ejemplos interesantes de lo que podemos hacer en este sentido. Entonces, la emisión de dinero estaba en manos del sector privado y las personas decidían día a día qué moneda empleaban. En dicho sistema se iría convergiendo hacia un panorama monetario libre, en el cual habría competencia real entre bancos más prudentes y responsables.

P: ¿Entonces Europa se equivocó creando una moneda "única" en vez de una moneda "común"?

R: No solo eso, sino que cuando se creó el euro, muchos de los problemas derivados de tener diferentes divisas nacionales ya estaban esfumándose. Al fin y al cabo, la tecnología ha hecho que manejar dos monedas diferentes ya no sea un problema significativo. Hoy en día, podemos acudir con nuestra tarjeta de crédito a cualquier país y un ordenador traducirá nuestro dinero a la divisa local de forma clara y sin problemas.

P: Y en lo tocante al sistema financiero, entiendo por sus palabras que un sistema de banca libre y dinero privado acabaría con los rescates que hemos vivido a ambos lados del Atlántico durante esta y otras crisis, ¿no?

R: Evidentemente, si retomamos el sistema de banca libre ya no existe una banca central, por lo que las entidades se verían obligadas a actuar de forma mucho más cautelosa. Un banco no podría extender la oferta de crédito de manera irresponsable, pues tendría que respaldar ese crédito. Aquí podemos debatir si ese respaldo debe ser con oro o sencillamente con capital.
En el ejemplo escocés, los bancos eran empresas de responsabilidad ilimitada, por lo que los dueños de las entidades respondían con su propio patrimonio. Esto llevaría a asumir comportamientos responsables y prudentes.

DSC: ¿Qué podemos aprender con “La maquinaria de la libertad” cuarenta años de su primera edición?
DF: Creo que, del mismo modo que “Capitalismo y libertad” marcó la carrera de mi padre, “La maquinaria de la libertad” es un libro fundamental en mi carrera. La mayoría de sus planteamientos siguen siendo válidos pese al paso del tiempo. Lo que yo defiendo en el libro es la libertad personal, el mercado y la propiedad privada.
Además, “La maquinaria de la libertad” hace el ejercicio de plantear de qué forma podríamos trasladar esos ingredientes a una hipotética sociedad sin Estado. Por eso dedico una buena parte del libro a estudiar los diferentes mecanismos que articularían ese escenario alternativo.

DSC: Ha mencionado a su padre Milton. ¿Cree igualmente que sus ideas siguen vigentes?

DF: Sin duda. Me temo que entender el socialismo es más fácil que entender el capitalismo, pues a priori parecería que un plan centralizado es lo más lógico para garantizar la armonía social. En realidad, esto puede funcionar en grupos pequeños pero no en una ciudad, un país… Mi padre explicó esta cuestión de forma incansable y creo que hoy vemos que muchas ideas que él expuso han terminado siendo aceptadas.

DSC: ¿Qué desafíos enfrenta el capitalismo en pleno siglo XXI?

DF: Por ejemplo, existe mucha gente que abraza la retórica capitalista pero, en la práctica, hace todo lo contrario. Creo que ese ha sido el caso de los dos últimos Presidentes de Estados Unidos, George W. Bush y Barack Obama. Ninguno ha renunciado al capitalismo en sus discursos pero sus acciones muestran algo muy diferente.

DSC: Muchos de sus últimos estudios y trabajos hablan de cambio climático y calentamiento global. Vd. mantiene que no debemos aceptar grandes predicciones sobre esta cuestión, lo cual le ha ganado las críticas de quienes entienden esta cuestión de forma dogmática e indiscutible…

DF: Creo que existen algunas oportunidades positivas que se derivan del cambio climático, por lo que analizar solamente las negativas me parece equivocado y parcial. Además, no me parece razonable escuchar predicciones de lo que ocurrirá en 50 o en 100 años. Hace un siglo, el principal problema climático era el transporte urbano, que entonces funcionaba a base de carros de caballos y generaba una serie de problemas medioambientales que nada tienen que ver con nuestra realidad actual.
Los aumentos de temperatura que algunos estudios anticipan no tienen por qué ser negativos. Un invierno menos frío tiene ventajas evidentes. En lo tocante al nivel del mar, mis estimaciones tampoco encuentran un panorama catastrófico. Además, la superficie cultivable podría aumentar notablemente en diferentes zonas de EEUU y Europa como consecuencia del cambio climático. Es por eso que no todo lo que se derive del cambio climático debe entenderse como algo malo. A veces creo que es equivocado atacar estos estudios por la parte científica, por eso prefiero centrarme en la realidad económica del cambio climático, lo que significa analizar costes… pero también beneficios y oportunidades.

En cualquier caso, es importante recordar que las predicciones y los estudios sobre esta cuestión son estáticos y parciales, pues no hay forma de predecir los cambios tecnológicos y económicos que se producirán a lo largo de tanto tiempo. Por eso considero que, conforme más lejana sea una estimación, menos atención merece…"


Fuente: Libre Mercado 1 y 2

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