viernes, 19 de abril de 2013

China tiembla ante lo que su verdad esconde. (Política, Economía. 1.453)


McCoy muestra en este artículo los graves riesgos de la economía China, y el tremendo endeudamiento que está provocando sus medidas expansivas, que auguran como ya ocurriera en Occidente (y sigue gestándose) un resultado nada optimista:


"Ya sé, no se me tiren al cuello. Hemos dicho demasiadas veces que es imposible escribir de una sola China, dada la multiplicidad de realidades que comprende el país. Y que es aún más aventurado hacerlo desde el fresquito del aire condicionado de un despacho en Pozuelo de Alarcón, Madrid. Pero como la obligación de esta columna es presentar ideas para el debate y el gigante asiático ha estado en el foco en los últimos días -debido tanto a unos malos datos de actividad económica que habrían arrastrado a la baja a las materias primas a nivel global, como a sorprendentes declaraciones de algunos miembros de su industria financiera-, me van a permitir la licencia.

En efecto, conocimos la semana pasada que el crecimiento del primer trimestre en China se había ralentizado hasta el 7,7%, por debajo del 8% oficialmente cacareado para mantener la cohesión social. Tampoco es que sea una tragedia mirado así en absoluto, tres decimillas. El problema llega cuando a algún analista, como a Alistair Thornton de IHS Global Insight, se le ocurre hacer números y aflorar lo que las autoridades locales bien se encargan de encubrir: la comparativa año sobre año (primero de los charts). Tomada esta última, el aumento interanual de su PIB sería del 6,6%, y cayendo. Algo especialmente extraño en un momento en el que, por otra parte, el crédito -tomado en sentido amplio- en la segunda potencia del mundo está creciendo espectacularmente (las emisiones públicas no estatales han doblado de enero a marzo de 2013 sobre el mismo periodo del año anterior).


Ahí está el meollo de la cuestión, lo que la verdad china esconde y preocupa a los estrategas y estudiosos de su realidad a nivel mundial. Las mayores inyecciones de financiación ajena cada vez contribuyen menos a la creación de riqueza doméstica. Si la ratio hasta 2009 se situaba en 1,2 a 1, en los últimos años ha pasado de 3 a 1 y subiendo (vid supra, segundo de los gráficos, en este caso de Michael Werner de Berstein). Algo que coincide, además, con una expansión del gasto público brutal -al que hay que añadir las servidumbres que, el mantenimiento de las infraestructuras y el pago de los intereses de la deuda, llevan aparejadas a futuro- y un proceso de represión financiera que ha alimentado burbujas como la inmobiliaria, desesperados como están los ciudadanos en la búsqueda de rentabilidad (Michael Pettis, "Chinese banking and economic reform", 08-01-2013, vía FT Beyondbrics V.A.La mayor burbuja de la historia sigue impasible su curso, 03-04-2013). Sin esa asistencia artificial, ¿crecería China? ¿O hay que creer, con los mas voluntaristas, que el efecto del crédito tarda en materializarse, vana esperanza frente la experiencia probada en tantos otros estados?

Ninguno de los agentes económicos ha podido resistir el canto de sirena del dinero barato y fácil, desde los gobiernos regionales y locales, pasando por las entidades de crédito o los propios particulares. Fruto de tal fiebre son los cuadros que a continuación les adjunto y que ponen de manifiesto cómo ha crecido la deuda del sector privado en términos de PIB en los últimos cinco años -sólo la administración no central aportaría entre un 20% y un 40% más de apalancamiento- y cuál el riesgo sistémico asociado a la banca del país de acuerdo con el medidor SRISK desarrollado por la NYU. Ambos son gentileza del FT Alphaville.


Esta dinámica recuerda muy mucho a lo sucedido en el mundo desarrollado, ése que ahora están pagando en términos de contención de cuentas públicas y saneamiento del sector financiero los excesos cometidos en el pasado. Y, aunque es verdad que no cabe esperar que las consecuencias en el feudo de PCCh sean ni de lejos parecidas, dado el férreo control de capitales y la estatalización económica, sí que puede conducir -como ocurrió en la propia China a finales de los 90- en una congelación crediticia de medio plazo y/o en una concentración de recursos para la salvación del sistema bancario que ahonde en el problema del bajo crecimiento, con la consecuente polarización social y un incremento de la posibilidad de que surjan los conflictos. Sería una suerte de muerte dulce frente a los crashes que han caracterizado al mundo occidental (FT, "Debt threat to China’s financial system", 16-04-2013)

De hecho, y aunque la resolución final pueda ser distinta, si nos atenemos a las sorprendentes declaraciones de un directivo de una de las firmas de contabilidad más reputadas de aquel territorio, las condiciones para que se produzca un colapso similar al del subprime americano están ya encima de la mesa (FT, "China local authority debt ‘out of control’", 16-04-2013). Con un problema adicional: el exponencial incremento de la presencia de la llamada 'banca en la sombra', que ya supone cerca del 50% del total de la financiación en China (gráfico inferior). Una realidad que, por más que los dirigentes del Partido Comunista intenten incorporar a la estadística oficial, se escapa completamente a su control. Y que crece en la medida en que tales gobernantes van cerrando los cauces naturales de concesión de créditos/emisiones de bonos ante el temor a lo que se les avecina y los distintos actores de la economía se han de buscar la vida (FT Alphaville, "Something is afoot in Chinese shadow finance", 08-01-2013).


El que esté libre de pecado… ya saben. Estados Unidos purga los excesos de un modelo socialdemocráta en la presunta cuna del liberalismo, mientras que los antiguos comunistas, ahora millonetis de nuevo cuño, necesitan incentivar el consumo privado, precisamente, para que no se les hunda el chiringuito. El mundo al revés. A veces las ramas no nos dejan ver el árbol. Pero cuando uno se eleva sobre las dolorosas ‘minucias’ patrias y levanta un poquito la mirada, se le ponen los pelos como escarpias. Estamos como los exploradores del siglo XVI: ante territorio desconocido. Como ellos, podemos acabar colectivamente como mártires o héroes, achicharrados o ensalzados. Se admiten apuestas."

Fuente: Cotizalia

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