domingo, 28 de abril de 2013

Estados Unidos ve la paja en el yen, pero no la viga clavada en el dólar. (Economía, Política. 1.499)

Efectivamente, los gobiernos del mundo se han enfrascado en una guerra de divisas a ver quien devalua más y hace más insostenibles sus cuentas públicas. A ver a quien le estalla primero el experiento...

"A EEUU, que va por su tercera edición de estímulo cuantitativo, le preocupa el viraje de la política monetaria japonesa, que pretende debilitar su moneda para exportar más.

"La guerra de divisas ha terminado". Así lo afirmaba esta semana en CNBC Marshall Gittler, estratega de IronFX. Cierto es que durante la última reunión de los ministros de Economía y Finanzas del G-20 mantenida la semana pasada en Washington la devaluación competitiva ocupó un segundo plano en comparación con el encuentro del pasado mes de febrero. Cierto es que en el comunicado final se optó por bendecir la polémica política de estímulos instigada por el primer ministro japonés Shinzo Abe, en busca de reanimar la economía nipona que recibirá una inyección de liquidez por valor de 1,4 billones de dólares en menos de dos años.

La ausencia de una crítica directa contra las políticas de Japón edulcoraron la preocupación de que su intento de devaluar su moneda para que sus exportaciones sean más competitivas sea injusto.

Un hecho que Guido Mantega, el ministro de Hacienda brasileño acuñó en su día como guerra de divisas. Lejos de fomentar las rencillas cambiarias, el grupo de las economías más desarrolladas del planeta prefirió optar por preocuparse por el crecimiento económico y centrarse en el rezago de Europa, todavía inmersa en las fauces de la recesión.

Al fin y al cabo, el Banco de Japón (BoJ) no ha hecho más que copiar los pasos de otros alumnos aventajados en esto de inundar sus respectivas economías con liquidez para tratar de impulsar el endeudamiento y el gasto. La flexibilización cuantitativa capitaneada por la Reserva Federal (Fed) de EEUU, que va ya por su tercera entrega, ha sido copiada en cierta medida por el Banco de Inglaterra (BoE) y, también, por el Banco Central Europeo (BCE). Todos ellos han inyectado alrededor de 6 billones de dólares a sus respectivos sistemas bancarios desde la debacle financiera de 2008.

Es por ello que llamó la atención por qué el Departamento del Tesoro de EEUU decidió días antes del encuentro del G-20 en Washington dar un toque de atención a Tokio e incluir al yen en su lista de divisas a "monitorizar de cerca". "Vamos a seguir presionando a Japón para que cumpla con los compromisos acordados en el G-7 y el G-20 y permanezca comprometido con el cumplimiento de objetivos utilizando instrumentos internos absteniéndose así de toda devaluación competitiva", rezó la agencia en su informe bianual sobre manipuladores de divisas.

El cambio de tono no pasó desapercibido, especialmente cuando los estímulos extraordinarios del presidente de la Fed, Ben Bernanke, aún causan cierto resquemor, especialmente entre las economías emergentes. Aún así, es cierto que el yen ha caído alrededor de un 20 por ciento frente al dólar y en cantidades similares frente a las monedas de algunos de sus rivales asiáticos de exportación, como el won surcoreano. El ministro de Finanzas Taro Aso aclaró durante las reuniones de primavera del FMI y el encuentro del G-20 que la debilidad del yen es un "subproducto" de las políticas monetarias de Japón cuyo objetivo final es poner fin a la deflación y estimular el crecimiento económico. "Mi opinión es que la caída del yen es el resultado de nuestras políticas, pero el objetivo principal aquí es escapar de la deflación. La debilidad del yen es un subproducto", explicó.

Al otro lado del Atlántico, desde la crisis financiera de 2008 la Fed optó no sólo por rebajar su política monetaria hasta niveles extraordinariamente bajos -mantienen los tipos de interés entre el 0 y el 0,25 por ciento- sino por engordar su balance con la compra de bonos del Tesoro y cédulas hipotecarias. La suma sobrepasa ya la friolera de 3 billones de dólares. Actualmente, el banco central de EEUU se encuentra envuelto en su tercera remesa del conocido como Quantitative Easing, a través del cual, la Fed engulle 45.000 millones de dólares mensuales en bonos del Tesoro y otros 40.000 millones de dólares en activos hipotecarios. Por supuesto la ola de impresión de dinero de la Fed, que ha devaluado el dólar en sus principales cruces, ha hecho que las exportaciones de EEUU cuenten con una ventaja sobre sus rivales comerciales. De hecho, las exportaciones de productos y marcas de EEUU han aumentado una media de 50.000 millones de dólares al mes desde 2008.

Sin embargo, Bernanke ha defendido por activa y por pasiva que sus políticas nada tienen que ver con la manipulación competitiva. "No consideramos la política monetaria orientada a objetivos nacionales como una guerra de divisas", aseguró en su última comparecencia ante el Congreso donde matizó que "esto no es una política de empobrecer al vecino".

La mejor forma de aprovecharse de la debilidad de una divisa es a través de fondos monetarios. En España no hay disponibles para el inversor productos que inviertan en yenes, pero sí existe variedad entre los que apuestan por el dólar."

Fuente: El Economista

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