martes, 23 de julio de 2013

Cooperación social vs. Socialismo. (Política, Economía. 1.770)

Excelente artículo de Bertie Benegas Lynch comparando la cooperación social que promueve y defiende el liberalismo frente al socialismo:
 
"La explicación más ilustrativa que he escuchado de un liberal para exponer su visión, ha sido la de reconocer que no sabe qué es lo adecuado y conveniente para los demás. Todos somos distintos, todos tenemos distintas inclinaciones, proyectos, escalas de valores y motivaciones. La planificación de nuestras vidas es única, siempre cambiante y no comparable con la de otros. Por eso, para lograr una sana convivencia y el pleno ejercicio de los derechos de las personas, es menester el respeto irrestricto a la voluntad de cada una de ellas y la total autonomía para conducir sus vidas, asumiendo las consecuencias de las propias decisiones.

Cada individuo tiene derecho a su vida, su libertad y su propiedad y, el ejercicio de estos derechos, no deben responder a nadie más que a la voluntad del dueño. El hecho de vivir en sociedad no otorga derecho a nadie a disponer de la vida, la libertad y el fruto del trabajo ajeno. Las circunstancias negativas que devengan de nuestro accionar, nuestra mala fortuna, necesidades o aspiraciones de mejora de nuestra condición, no nos da derecho a forzar a otros a proveernos de soluciones.
 
La vida en sociedad tiene un sentido enormemente constructivo, no agresivo. El individuo, a través de la cooperación social, constantemente comparte proyectos comunes con otros individuos. La cooperación social tiene carácter voluntario por naturaleza, es decir que, para que se considere tal, el componente de la libertad es una condición esencial. Lo enriquecedor de las relaciones humanas, es que permiten satisfacer necesidades –sociales, emocionales, religiosas, económicas, culturales o de cualquier otro tipo- que de otro modo, no serían posibles. Estas necesidades van desde la división del trabajo hasta la caridad. Los vínculos sociales son también cambiantes ya que, como queda dicho, nuestras escalas de prioridades están en constante transformación, ya sea debido a modificaciones en nuestros propios gustos o a factores no controlables que alteran nuestros procesos decisorios.
 
Contrariamente a la filosofía liberal, existen distintas corrientes de pensamiento que, aunque con muchos matices, la mayoría confluye en el principio de la planificación central. Una de las obras más conocidas del Premio Nobel de Economía Friedrich von Hayek, se titula La Arrogancia Fatal refiriéndose al engreimiento insolente e inconducente del socialismo que se jacta de saber qué es bueno para la gente y lo hace obligatorio. Este sistema necesariamente implica la forzosa postergación de los proyectos de vida individuales para confluir en el dudoso concepto del bien común.
 
El liberalismo se opone a la planificación central por dos motivos. En primer lugar, porque considera moralmente inaceptable imponer escalas de valores o planes de vida a otros, aun conjeturando que será beneficioso para ellos. En segundo lugar, porque no cree posible contar con información dispersa y cambiante respecto de los valores y proyectos de vida del resto de sus congéneres.
 
El socialismo quiebra el respeto a la libertad y la propiedad porque existe un precepto superior de aplicación coactiva que diluye los principios de derecho y responsabilidad individual. Asimismo, destroza la cooperación social creando una red de servidumbre cruzada en la que todos están obligados a solucionar la vida de otros bajo un confuso criterio que, paradójicamente, se suele denominar solidario. Los términos como bien común y los proyectos nacionales y estratégicos son, en definitiva, una forma de imponer proyectos personales financiados con recursos de otros. De este modo la sociedad, lejos de tener el carácter virtuoso y cooperativo que propone el liberalismo, se transforma en un irrespirable e inmoral tejido de pedidos al gobierno para obtener el fruto del trabajo ajeno."
 

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