martes, 15 de octubre de 2013

La propiedad privada es la esencia de la libertad. (Política, Economía. 2.082)

Efectivamente, la protección de la propiedad privada (íntimamente relacionada con la privacidad) es indispensable para garantizar la libertad.


Artículo del Instituto Mises Hispano:

[Extraído de A Foreign Policy of Freedom]

"La privacidad es la esencia de la libertad. Sin ella, no pueden existir los derechos individuales. Privacidad y propiedad están entrelazadas. Si se protegieran ambas, poco habría que decir acerca de otras libertades civiles. Si la casa, iglesia o negocio propios son nuestro castillo y la privacidad de una persona, de sus papeles y efectos, está rígidamente protegida, todos los derechos deseados en una sociedad libre estarán garantizados. Proteger diligentemente el derecho a la privacidad y la propiedad garantiza la experiencia religiosa, periodística y política, así como una economía de libre mercado y una moneda fuerte. Una vez aparece una actitud descuidada con respecto a la privacidad, todos los demás derechos están en peligro.

Hoy vemos un ataque sistemático y persistente a la privacidad de los ciudadanos estadounidenses, que socava el principio de propiedad privada. Comprender por qué el ataque a la privacidad se está extendiendo rápidamente y reconocer la necesidad de invertir esta tendencia son algo necesario si ha de sobrevivir nuestra República.

La falta de respeto por la privacidad y la propiedad de los colonos americanos por parte del trono británico fue una poderosa motivación para la Revolución Americana y generó la Cuarta Enmienda, clara y de palabras fuertes. Se destaca que las pesquisas y apropiaciones están prohibidas salvo cuando se emita orden judicial por causa probable corroborada por juramento o protesta, dando detalles como el lugar, persona y cosas a embargar. Esto está muy lejos de la apropiación rutinaria del gobierno federal y la expropiación de propiedad que se producen hoy. Nuestros papeles ya no se consideran personales y se ha eliminado su confidencialidad. La propiedad privada es investigada por agentes federales sin anuncio previo. Se imponen enormes multas cuando parecen haberse violado regulaciones federales y se reclama probar la inocencia si alguien decide luchar contra el abuso en tribunales y evitar las duras multas.

Ochenta mil burócratas federales y policías armados patrullan hoy nuestro territorio y establecimientos comerciales. Se monitoriza a grupos religiosos sospechosos y a veces se destruyen el proceso legal oportuno, con poca o ninguna evidencia de mala actuación. La jurisdicción local y estatal raramente se reconoce una vez que aparecen los federales. Hoy es habitual que el gobierno expropie propiedad ilegalmente, obligando a las víctimas a probar su inocencia para recuperarla. Fracasan muchas veces debido a los costes y los obstáculos legales que se ponen en el camino de la víctima.

A pesar de que los votantes de la década de 1990 han reclamado un cambio de dirección y un gobierno más pequeño y menos intrusivo, se ha acelerado el ataque a la privacidad del Congreso, la administración y los tribunales. Se han planteado o implantado planes para una tarjeta nacional de identidad, un banco nacional de datos médicos, un banco de datos sobre médicos individuales, padres irresponsables, programas intrusivos monitorizando todas nuestras transacciones financieras.

El número de la Seguridad Social se ha establecido como identificador universal. Ahora el número de la Seguridad Social se usa comúnmente para casi todo: obtener un certificado de nacimiento, comprar un coche, ver a un médico, conseguir un empleo, abrir una cuenta corriente, conseguir una licencia para conducir, hacer cualquier compra rutinaria y, por supuesto, un certificado de defunción. La vigilancia del gobierno de la cuna a la tumba está aquí haciéndose cada día más omnipresente. El ataque a la privacidad no es una coincidencia ni un acontecimiento que aparece por ninguna razón explicable. Es el resultado de una filosofía que lo justifica y lo requiere. Un gobierno no dedicado a conservar la libertad debe, por su propia naturaleza, permitir que se erosione este preciado derecho. Un sistema político diseñado, como estaba el nuestro, para proteger la vida, la libertad y la propiedad, protegería con vigor todos los derechos ciudadanos a la privacidad; esto no puede pasar salvo que la propiedad y frutos del trabajo propio de todo ciudadano estén protegidos frente a la confiscación por matones en la calle, así como en nuestros cuerpos legislativos.

Los promotores de la intrusión del gobierno en nuestra privacidad normalmente usan clichés desgastados para defender lo que hacen. El argumento más común es que si no tienes nada que ocultar, ¿por qué te preocupas? Es ridículo. No tenemos nada que ocultar en nuestras casas o nuestros dormitorios, pero esa no es una razón para que deba permitirse al Gran Hermano monitorizarnos con una cámara de vigilancia.

Lo mismo puede argumentarse acerca de nuestras iglesias, nuestros negocios o cualquier acción pacífica que podamos realizar. Nuestras actividades personales no son asunto de nadie más. No tenemos nada que esconder, pero si no tenemos cuidado, tenemos mucho que perder: nuestro derecho a que nos dejen en paz.

Otros argumentan que al hacer funcionar programas públicos eficientemente y sin fraude, se logra un mejor control con un identificador universal, el número de Seguridad Social. Puede que la eficiencia y la protección mejoren con el uso de un identificador universal, pero esto contradice toda idea del papel apropiado del gobierno en una sociedad libre. La mayoría de los programas federales son inconstitucionales, para empezar, así que eliminar el despilfarro y el fraude y promover la eficiencia para un programa que requiere la violación de los derechos de otro no debería ser una gran prioridad del Congreso. Pero la tentación es demasiado grande, incluso para los que cuestionan la sensatez de los programas públicos, y se hace aceptable un compromiso sobre la Cuarta Enmienda.

Nunca he oído una propuesta para promover una tarjeta nacional de identificación o algo parecido ofreciendo una razón que no sea un buen propósito. Esencialmente todos los que votan para permitir la erosión continua de nuestra privacidad y otros derechos constitucionales nunca lo hacen porque apoyen conscientemente un gobierno tiránico: siempre se hace con buena intención.

Publicado el 23 de agosto de 2013. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí."

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