martes, 6 de mayo de 2014

El falaz ataque a las "fallas de mercado"

Iván Cachanosky y Nicole Leclercq analizan y muestran el falaz ataque que es frecuentemente realizado a los "fallos del mercado", mostrando también el error de las críticas a las teorías abstractas y su motivo.


Artículo de El Cato.org 

Según una leyenda antigua, a un emperador romano se le consultó Juzgar un concurso de canto entre dos participantes. Luego de escuchar al primer participante, el emperador concedió el premio al segundo asumiendo que el segundo no podía ser peor que el primero. Por supuesto, esta presunción podría haber estado mal; el segundo cantante podría haber sido peor. La teoría de las fallas de mercado cometió el mismo error que el emperador. Demotrar que la economía de mercado había fracasado en satisfacer los ideales de un equilibrio competitivo general era una cosa, pero afirmar alegremente que la acción estatal podría corregir sin costos la falla era otra cosa muy distinta".
— Peter Boettke

El debate de ideas acerca de cuál es la mejor vía para que un país crezca y se desarrolle es muy amplio. Desde el comunismo más extremo hasta posturas anarco-capitalistas, pasando por diversas tonalidades de grises en el medio, buscan el mismo fin: desarrollo, crecimiento y progreso. Estas diferentes posturas se basan en diversas teorías, las cuales muchas veces contienen supuestos que en la práctica se enfrentan a ciertas restricciones o limitaciones. Sin embargo, conforman un marco de interpretación de los hechos y determinan las políticas que se llevan a cabo en una sociedad.

En este sentido, suele suceder a la hora de analizar la efectividad de las teorías, que los intelectuales de izquierda, en su mayoría, cometan una falacia común al evaluar las “fallas” de mercado. Es cierto que el mercado no es perfecto, en otras palabras, podría decirse que hay “fallas”. Sin embargo, el asumir que estas “fallas” de mercado serán bien suplidas por decisiones arbitrarias en manos de un gobierno es asumir el actuar de un gobierno ideal, el cual no se equivoca.

¿En qué consiste el error concretamente? En que no tiene sentido comparar “fallas de mercado” con un “ideal del Estado”; en todo caso, lo que habría que hacer es comparar “fallas de mercado” contra “fallas del Estado”. De lo contrario, la comparación es injusta. O bien, habría que comparar un “ideal de mercado” con un “ideal del Estado”. Aquí también la comparación sería más justa.
Podríamos resumir en el siguiente cuadro los distintos cruces que se pueden observar remarcando cuales comparaciones son absurdas y cuales válidas:

Fallas de mercado vs fallas del estado

Es muy común, en las críticas de los intelectuales de izquierda, tomar el primer camino que se observa en el cuadro. De esta manera, inconscientemente, se le otorga un supuesto de Ideal al Estado y la comparación deja de ser válida. Lo único que se logra con esta falacia es asumir que las fallas de mercado son peores que las fallas del Estado, pero ¿y si las fallas del Estado son aún peor?

Todas estas dificultades que hay que superar para alcanzar la mayor proximidad posible a las condiciones del mercado ideal han dado lugar al diseño de instrumentos que la teoría y la práctica de la economía han ido habilitando con mejores o peores resultados. Sin embargo, una economía funciona mejor cuando hay libertad, previsibilidad y confianza en la forma en que se hace la política económica. Esto se consigue mejor cuanto menos se dependa de decisiones personales o arbitrarias, como suele suceder cuando se está en manos de funcionarios públicos circunstanciales. En resumidas cuentas, la calidad institucional debe funcionar correctamente.

La creencia en un estado ideal muchas veces ha desembocado en regímenes totalitarios en donde se suponía que la opinión de un reducido grupo de iluminados podían sustituir las preferencias de las personas en las opciones del consumo. Los casos clásicos fueron los de los países comunistas del este europeo en los que, como no podía ser de otra manera, el sistema económico y detrás de él el social y el político explosionaron en uno de los más espectaculares fracasos que registra la historia contemporánea. 

Por ello, en primera instancia, se debería equiparar el nivel y discutir en los niveles válidos para evitar críticas falaces. Sin embargo, a la hora de debatir los caminos válidos surge un segundo dilema: ¿Cuándo discutir fallas y cuando discutir ideales? ¿Estos segundos tienen sentido?

Los modelos teóricos marcan el norte o rumbo a seguir, el ideal a alcanzar en la práctica. Son indispensables en cuanto proporcionan el marco de interpretación de los hechos y plantean soluciones con el mayor grado de eficiencia posible, aun así cuando puestos en práctica estos se encuentren llenos de restricciones que condicionan y modifican sus supuestos o resulten no ser políticamente viables. Las ideas determinan una serie de elecciones de diversas políticas económicas y públicas que se aplican en una sociedad. Determinan que tipo de políticas son viables y cuales no en determinados contextos. Por esta razón no se debe subestimar su importancia. De alguna forma son las grandes abstracciones que se encuentran por encima de las elecciones cotidianas.

Por otro lado, el poder de las ideas que determinan marcos de interpretación, de valores sociales y de las políticas que se llevan a cabo. Generalmente a partir de crisis o conflictos socioeconómicos  se derriban modelos establecidos, se cuestionan y entran otros en juegos. Así, políticas que bajo ciertos modelos de pensamiento, en determinados contextos son consideradas totalmente inviables, inmorales o impensables de ser aplicadas en otros contextos resultan ser lo contrario.

Como se mencionó, estas teorías inviables en el presente pueden volverse más plausibles con el correr de los tiempos. Martín Krause, analizando el teorema del votante medio, explica que durante épocas normales o estables, la demanda de ideas suele ser más bien baja y por lo tanto son  mayormente aceptadas aquellas que se encuentran dentro de los parámetros medios, siendo de la misma forma solo aceptadas como viables aquellas políticas que se encuentran dentro de los parámetros medios. Como se dijo anteriormente, los modelos teóricos presentan ideales a alcanzar.

Sin embargo suele suceder, que puestos en práctica, surjan restricciones o contradicciones que llevan a modificar o adaptar dichos ideales a los hechos reales. Es decir, de alguna forma los extremos se corren hacia los medios. No obstante, en momentos de crisis, donde las estructuras previas entran en cuestionamiento y se rompe con los paradigmas establecidos, la demanda de ideas aumenta y las ideas que se encuentran por fuera de los parámetros medios aceptados vuelven a jugar un rol fundamental funcionando como polos de atracción de los parámetros medios hacia los extremos. Así, ideas que dentro del contexto previo se encontraban por fuera de los parámetros aceptados y políticas que parecían impensables de ser aplicadas, dentro de este nuevo panorama pasan a ser viables.

En conclusión, el enfoque de “fallas de mercado” se encuentra acompañado de una crítica falaz que consiste en compararlo con un Estado ideal, el cual no existe en la realidad, como tampoco existe un mercado totalmente ideal. Debe realizarse las comparaciones en los niveles correspondientes: “fallas vs fallas” o “ideales vs ideales”. Tampoco es válida la crítica de que las teorías abstractas son inútiles, ya que teorías que hoy pueden ser inviables, el día de mañana pueden dejar de serlo, como demuestra el teorema del votante medio. Es indispensable si se apunta a que una economía crezca y se desarrolle en el largo plazo que académicos continúen elaborando teorías que marquen el rumbo y norte a alcanzar.

Referencias:
Boettke, Peter J. 2012. Living Economics: Yesterday, Today, and Tomorrow. The Independent Institute – Universidad Francisco Marroquín.

Krause, Martín. 2014. “El papel de las ideas”. Punto de Vista Económico.

Mochón Morcillo, Francisco; Beker, Víctor Alberto. 1997. Economía: Principios y aplicaciones. Mc Graw Hill."

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