miércoles, 18 de junio de 2014

Lecciones de la ‘paradoja británica’: ha muerto la clase media

 McCoy ejemplifica mediante la "paradoja británica" el grave error y consecuencias de las políticas de represión financieros que están llevando a cabo los bancos centrales, dilapidando el futuro de generaciones y fomentando graves desigualdades en beneficio de la economía financiera y en detrimento de la economía real (no tanto en el corto plazo, sino en adelante), y muy especialmente la clase media.

Además, unas medidas, que lejos de resolver los problemas, los agravan pero retrasándolos en el tiempo (su resolución y consecuencias).

Pero la culpa como siempre nunca será por el brutal intervencionismo a todos los niveles, sino porque no hubo suficiente...
Artículo de El Confidencial:
En los últimos días, buena parte del discurso macro se ha centrado en lo que está sucediendo en Reino Unido, donde el gobernador de su banco central anticipó el pasado jueves que la primera subida de tipos de interés en años "podría producirse antes de lo esperado" debido a la positiva evolución de crecimiento y empleo en territorio inglés. Como telón de fondo, la situación del mercado inmobiliario local –con el término 'burbuja' en boca de muchos analistas– y una preocupante expansión del crédito que ahora se quiere cercenar. Actuaría como contrapeso el enorme déficit por cuenta corriente, al que afectaría negativamente la apreciación de la libra. El documento merece, sin lugar a dudas, una lectura completa.
Al calor de estas noticias, uno podría pensar que las Islas se encuentran en el mejor de los mundos y que, a fin de evitar males mayores, se toma una decisión que va a beneficiar a la mayoría de los residentes en aquel país.
Nada más lejos de la realidad.
De materializarse –antes de final de año o a comienzos del 2015, como se prevé– pondrá de manifiesto lo que venimos denunciando en estas líneas desde hace ya años: que todo el ejercicio de represión financiera desarrollado por los supervisores durante esta crisis ha beneficiado casi exclusivamente a la economía financiera (más en la medida en que los bancos no han hecho circular el dinero) y a quienes tenían capacidad de ahorro (no por rentabilidad, sino por disponibilidad para comprar bienes en liquidación), sin que sus efectos se hayan trasladado de forma definitiva ni a la actividad real ni a un sector privado hiperendeudado.
Al contrario, el gap entre ricos y pobres ha crecido exponencialmente. La sociedad se ha polarizado.
Una afirmación taxativa, cierto, que podría admitir matizaciones, pero cuya proposición principal se ve refrendada por los siguientes ejemplos:
  1. Ayer conocimos los datos de coste de la vida en UK. Las casas suben, los activos financieros también, pero el colapso en los precios de alimentación, transporte y textil llevan a la inflación a su nivel más bajo en los últimos cuatro años y medio, un 1,5%. Desde 2009 Reino Unido no vivía seis meses consecutivos de precios por debajo del target del BoE del 2%. Según recoge Bloomberg de analistas especializados, son el exceso de oferta y la presión en renta disponible de los ciudadanos los que se encuentran detrás del mal dato. No hay que olvidar la sensibilidad de las rentas más bajas a estos tres componentes del IPC.
  2. Lo extraño es que el dato haya podido pillar por sorpresa a alguien. No en vano, los resultados de dos ­de los food retailers señeros de Inglaterra, Tesco y Sainsbury's, anticipaban lo que finalmente ha sucedido cuando fueron dados a conocer a principios de junio. Ambos atribuyeron "su peor trimestre en décadas" a la guerra de precios en la que había entrado el sector y que situaba a los discounters, las tiendas de barrio y las ofertasonline como opción preferida de los consumidores. No sólo eso, anticipaban que la situación tenía un carácter más estructural de lo que podía parecer y que no sería reversible a corto plazo. Vaya, efecto riqueza generalizado, como que no.
  3. Por si hubiera alguna duda de cuál es la realidad en la que se desenvuelve una parte sustancial de la población británica, lean el siguiente artículo: “UK poverty on par with former Eastern bloc”. Publicado en la edición online delFinancial Times del pasado lunes, se hace eco de un estudio elaborado por un think tank local e independiente en el que se afirma que las condiciones de vida del 20% de los habitantes de Inglaterra con menos recursos son las peores de toda Europa occidental, mientras que el 1% más rico lo es mucho más que en cualquier otro estado de la OCDE. Cosas de la City.
  1. Esto de la City es importante ya que buena parte del mencionado efecto riqueza se está concentrando en Londres y sus alrededores, mientras que el resto del país está a verlas venir. La emergencia de la actividad financiera, la atracción de fortunas de otras partes del mundo y los bajos tipos de interés han generado una bonanza en la capital que, al menos en el ámbito inmobiliario, no es compartido en la misma medida por el resto de las regiones. Pese a los buenos datos estadísticos, la actividad industrial y de servicios del centro y norte de su territorio no participa ni mucho menos de tal euforia. Y, aunque es verdad que se crea empleo, es de baja calidad y con magros salarios.
Son apenas cuatro pinceladas de lo que podríamos llamar la ‘paradoja británica’, cuyas circunstancias son fácilmente extrapolables a buena parte de las economías desarrolladas. Las finanzas vuelan, mientras se produce una destrucción masiva de la clase media europea, esa a la que se vendió un sueño de prosperidad construido sobre crédito que se ha transformado en pesadilla, a la que se presiona vía impuesto, tasas y contribuciones por ser la vía más rápida para captar recursos para las arcas públicas y cuya renta disponible es el instrumento preferido de devaluación interna de muchos Gobiernos. La misma que ahora va a ver cómo se incrementan sus costes de financiación sin haberle dado tiempo a sacar la cabeza del hoyo en el que se encuentra. 
Es verdad, el elemento demográfico es, sin duda, esencial para aventurar el potencial de riqueza de un país. Pero es este segmento social el que con su consumo, inversión e iniciativa construye las bases firmes sobre las que ha de consolidar su futuro. Sin ella, el retroceso económico y social será inimaginable. Al tiempo. La gran conquista de buena parte del siglo XX en muchas naciones, desmantelada en una década por quienes estaban llamados a protegerla: políticos y supervisores. Esta es la sociedad de locos en la que vivimos. Y que estamos obligados a cambiar. O, al menos, a intentarlo. Sirva esta columna para ello.

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