martes, 8 de julio de 2014

De cómo el gobierno obliga a los pobres a acudir a los mercados negros

Peter St. Onge responde a la propuesta de Rogoff de eliminar el efectivo (para reducir el mercado negro) y facilitar el establecimiento de tipos de interés nominales negativos, por desconocer los efectos más que beneficiosos del dinero en efectivo, especialmente para los más necesitados y los pequeños emprendedores y empresarios, y que les sirve para escapar en cierta medida de la asfixiante soga a la que son sometidos por el gobierno y sus regulaciones. Y a su vez, por desconocer también los efectos perniciosos de los tipos bajos y negativos (en términos reales) que son creados por las autoridades políticas, y que crean las burbujas y ciclos económicos, y sus consecuentes crisis.

Y las consecuencias en general para la economía no son nada buenas, como bien comenta, aunque las culpas siempre serán de otros...
En la izquierda vemos a menudo tensión entre los que quieren ayudar a los pobres y los que quieren ayudar al gobierno. Un ejemplo reciente de esto es la propuesta de prohibir el efectivo lanzada por Ken Rogoff, de Harvard.
El meollo de lo que dice Rogoff sobre el efectivo es que este alimenta el mercado negro y hace más difícil para el gobierno impulsar tipos de interés nominalmente negativos. En ambos casos, Rogoff ni siquiera ve que está describiendo ventajas del efectivo, no problemas a resolver.
El hecho de que el efectivo permita transacciones en el mercado negro es una de las grandes ventajas para los pobres y los infracapitalizados. Los pobres no pueden permitirse recorrer las marañas reguladoras implantadas por burócratas aburridos a favor de los poderosos. Así que la alternativa es establecer un negocio informal, basado en efectivo, o ninguno en absoluto. Los recientes debates sobre los servicios de taxi de Uber o las peluquerías familiares nos recuerdan los interminables obstáculos interpuestos en el camino de los empresarios y especialmente los pequeños empresarios, por parte del gobierno. De hecho, sin gobierno ¿quién acosaría a los pequeños negocios? El gobierno definitivamente creó eso.
Las víctimas de este acoso arbitrario son los negocios desproporcionadamente pequeños,  que no pueden firmar cheques para padrinos políticos. Nunca sabremos cuántos negocios no se iniciaron a la vista de los costes regulatorios: esos negocios no iniciados son como las alternativas no compradas en la parábola de Bastiat del cristal roto. El número sin duda es alto.
En 2011, la Fundación Kauffman estimó que el 54% de los estadounidenses con edades entre 18 y 34 años o querían iniciar un negocio o ya habían iniciado uno. Por otro lado, un estudio de oDesk y Millennial Branding, el 35% de la gente con entre 18 y 35 años ha iniciado un negocio, mientras que a todo un 72% le gustaría abandonar sus empleos y empezar un negocio. No estamos hablando de un grupo pequeño. Estamos hablando de la mayoría de estadounidenses. Traducidos a términos que entienden los políticos, hablamos de la mayoría de los votantes.
Por supuesto, el efectivo deja a esta gente empezar negocios libres de acoso regulatorio. Es en realidad un sistema eficaz: empiezas un negocio informal basado en efectivo, peluquería o diseño de sitios web. Pago por debajo de la mesa, así que puedes evitar costes regulatorios. Entretanto, al irte haciendo mayor, abriendo franquicias en toda la ciudad, por ejemplo, tendrás que registrarte y pagar esos costes. Pero ahora eres lo suficientemente grande como para absorberlos mejor.
En otras palabras, el negocio en el mercado negro es el sector de “capital riesgo” de los pobres y los jóvenes. El efectivo proporciona inmunidad en las primeras etapas frente a cargas fiscales que en caso contrario estrangulan a los pequeños empresarios.
La segunda parte de la queja de Rogoff nos lleva al nivel de toda la economía. Quiere tipos negativos de interés y acusa al efectivo de hacer esto más difícil. Aquí Rogoff traiciona su ignorancia de la rica literatura clásica y austriaca sobre ciclos económicos. Fuera del campo de la distorsión keynesiana de la realidad, en la economía real, son precisamente los tipos de interés bajos gestionados por el gobierno los que causan el ciclo económico. El dinero es demasiado barato, se financian proyectos absurdos y estos resultan ser insostenibles.
Como no entiende la economía clásica, Rogoff piensa que está impulsando una barra libre llena de azúcar, cuando lo que realmente está pidiendo es una magnificación de los ciclos económicos. Podría pensar si la próxima recesión/depresión debería magnificarse con tipo cada vez más bajos.
La sociedad sin efectivo de Rogoff dispara directamente a las rodillas de los pobres. Aniquilaría las primeras etapas de las pequeñas empresas, especialmente las iniciativas con pocos recursos que son habitualmente la mejor forma de ascenso para pobres y jóvenes. Evidentemente, esto aumentaría la desigualdad, aumentaría la pobreza y recortaría la prosperidad. Por supuesto, si tipos como Rogoff consiguen eliminar un escalón importante hacia la clase media, se puede asegurar que acusará reflexivamente de la destrucción a los ricos o, mejor a los milmillonarios avariciosos del Partido Republicano. Es el patrón socialista estándar: destruir a los pobres y luego culpar a los ricos. “Acelerar las contradicciones”, como dijo Lenin.
Veremos cosas mucho peores si Rogoff se abre paso con respecto a los intereses: ciclos más extremos, con los pobres, como es usual, recibiendo los golpes más devastadores en las recesiones. Repito que tipos como Rogoff estarán dispuestos con palabrería sobre ahorro chino o compresión de precios de Internet, cualquier explicación de moda que permita al economista de Harvard evitar leer a Mises y Hayek.
Publicado el 1 de julio de 2014. El artículo original se encuentra aquí.

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