sábado, 25 de octubre de 2014

20 falacias sobre Empresa y Política: 12) Internacionalización empresarial

Una nueva falacia sobre empresa y política mostrada por Carlos Rodríguez Braun. En este caso, la falacia de las empresas necesitan al Estado para su internacionalización.

Artículo de Expansión:
La idea de que la empresa necesita al Estado para su internacionalización es una ficción que ha reflorecido hace relativamente poco y está relacionada con la globalización, que es aceptada como beneficiosa, pero con la condición de que los estados la protagonicen y vigilen. De ahí la idea de que los estados ayudan a las empresas a globalizarse o internacionalizarse, lo que choca contra toda evidencia. 
El viejo dios del comercio es Mercurio, cuyo nombre se asocia con mercancía, mercader y mercado. Igual que el elemento que lleva su nombre, Mercurio evoca desde diversas perspectivas al movimiento, al ser mensajero de los dioses y patrono de los viajeros, los pastores y, reveladoramente, de la elocuencia, los oradores y los poetas. Es verdad que también es el dios de los ladrones, pero eso se explica no sólo porque los robadores se dan a la fuga, y en ningún caso porque sean iguales que los comerciantes, sino porque mercaderes y ladrones deben su existencia a una misma institución: la propiedad privada. En efecto, sin propiedad no podría haber intercambio: ¿quién puede trocar con otro lo que no es suyo? Y tampoco, evidentemente, hurtos: ¿cómo robar lo que no es de alguien? 
La esencia 
La esencia del comercio, pues, en tanto que actividad pacífica y, en consecuencia, potencialmente enriquecedora para todas las partes que voluntariamente la practican, es el movimiento, como el de Mercurio con sus sandalias aladas. La comunidad de los empresarios no necesita incentivo ni acicate alguno para internacionalizarse. Igual que los pensadores no dejan de pensar porque las ideas que consideran hayan brotado de mentes alejadas en el espacio, los empresarios no dejan de aprovechar las oportunidades de negocio porque los mercados estén en el otro extremo del mundo, y llevan siglos demostrándolo. 
Los estados, en cambio, han destacado siempre por recorrer los caminos opuestos a los de los mercaderes, los caminos de la imposición y la violencia. En cambio, el caduceo que Mercurio porta en su mano izquierda, símbolo del comercio, fue siempre símbolo de la paz. 
Cierto es que las empresas pueden utilizar al Estado para lucrarse, pero eso es algo que sólo logran violentando los principios del comercio e imponiendo por la fuerza costes a los consumidores o los contribuyentes. Se trata de juegos de suma cero, o incluso negativas, como la guerra. Y desde luego no constituyen metas recomendables. 
También es cierto que los estados pueden contribuir a la internacionalización económica, pero esto generalmente lo harán mejor no con más gasto público, aunque las empresas lo puedan aprovechar, como vimos, sino removiendo los obstáculos que ellos mismos erigen contra el comercio y las empresas, generando a menudo conflictos inútiles o nocivos. Las empresas no sólo no necesitan a políticos y funcionarios para anudar relaciones con todo el mundo, sino que ellos utilizan a las empresas para legitimar sus propios privilegios y generar absurdas y pomposas burocracias que suelen hacer más mal que bien.

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