martes, 2 de diciembre de 2014

Errores sobre la renta básica: réplica al Dr. Medina

Juan Rallo replica a la crítica de Luís Fernando Medina sobre su artículo del coste de la renta básica.

Y los errores no pueden ser más evidentes...


Artículo de su blog personal:

Luis Fernando Medina, doctor en Economía por la Universidad de Stanford, critica un reportaje sobre el coste de la renta básica que firmé hace varios meses en Libertad Digital. La crítica está repleta de errores, así que procedo a desgranarlos:
  • El Dr. Medina me acusa de confundir el coste bruto de la renta básica con el coste neto de la misma: dado que yo asumo que la renta básica costará 145.000 millones de euros, debería restar de esa cifra otras partidas de gasto que se verán paralelamente minoradas; por ejemplo, el seguro de desempleo. Pero no: la cifra de 145.000 millones ya es una cifra neta. En concreto, la cifra neta que nos ofrecieron los propios economistas de Podemos.

  • El Dr. Medina me acusa de tramposo por proponer financiar estos 145.000 millones de euros a través de un tipo proporcional (del 55%) sobre el IRPF. A su juicio, es del todo arbitrario que proponga financiar la renta básica con un flat tax, especialmente porque no figura en el programa “de ninguna plataforma política”. A este respecto, varios comentarios: primero, una renta básica con un tipo único en el IRPF es justo el Impuesto Negativo sobre la Renta que propuso Friedman, esto es, no se trata de ningún invento personal; segundo, los principales impulsores en España de la renta básica, el grupo de Daniel Raventós, proponen financiar la renta básica justamente así; tercero, que el tipo nominal sea proporcional no significa que el tipo efectivo también lo sea, ya que en este caso hay una deducción final en cuota equivalente a la renta básica que vuelve la tarifa extremadamente progresiva; cuarto, los cálculos con un tipo nominal progresivo no son mucho más alentadores.

  • El Dr. Medina critica mi ejemplo sobre los efectos desincentivadores que acarrea la renta básica. Básicamente, con un tipo nominal del 55%, un trabajador que cobre el salario modal vería reducida su renta de 15.000 euros a 7.000 (para verla incrementada posteriormente a 13.000 merced a la recepción de renta básica). Es obvio, a mi juicio, que una mordida de este calibre desincentiva el trabajo, sobre todo aquel que no contribuye a la autorrealización personal. El Dr. Medina considera que no, porque a día de hoy estos trabajadores ya pagan IRPF y su trabajo no se ve desincentivado. Pero la diferencia es obvia: primero, el tipo actual sobre el trabajo es mucho menor; segundo, hoy no se percibe renta alguna por no trabajar.

  • El Dr. Medina reconoce que la renta básica, ceteris paribus, reduce la oferta de trabajo, pero justamente por ello, considera, la demanda empresarial de trabajadores se readaptaría aumentando los salarios más bajos a costa de reducir los salarios más altos. Se trata de una previsión altamente improbable, tanto a corto como a largo plazo: a corto plazo, lo que tendrías una expulsión del mercado laboral de los trabajadores menos cualificados (su sustitución por maquinaria y, sobre todo, deslocalizaciones de esas partes de la cadena de valor empresarial a países con salarios menores para el personal no cualificado); a largo plazo, aunque se cumpliera su pronóstico de estrechamiento de los diferenciales salariales, los incentivos perversos también son obvios: sin primas salariales por formación, la especialización laboral de alto valor añadido iría diluyéndose, con lo que la productividad del conjunto de la economía derivada del capital humano se reduciría. Y, al final, la renta básica se paga de la productividad del conjunto de la economía.

  • Por último, el Dr. Medina considera que el hecho de que la renta básica sólo perjudique al 56% de los contribuyentes es una magnífica noticia porque beneficia al 44% de los mismos. A su entender, con tales cifras deberíamos abrazar de manera entusiasta la renta básica. Celebro que al menos reconozca que la política es una guerra civil en el que unas coaliciones electorales buscan explotar a otras; pero dejando esto de lado, ¿cuál es el umbral máximo de perjudicados para rechazar adoptar una medida? ¿Un 65% de perjudicados y un 35% de beneficiados? ¿Un 75% y un 25%? ¿Un 90% y un 10%? Puede que, como diga, no demasiadas políticas recientes hayan beneficiado a una cifra tan alta como el 44% de la población: acaso ello indique que la política, en sí misma, tiende a ser no un juego de suma cero, sino de suma negativa. Pero, en tal caso, la solución no es más política, sino menos. Por ejemplo, sí, para cargarnos el IRPF, por mucho que al Dr. Medina le sorprenda.

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