domingo, 14 de diciembre de 2014

Interesante relato de un antiguo alumno de la Complutense sobre la facultad de ciencias políticas y Podemos

Entrevista más que interesante a un ex alumno de la Facultad de Ciencias Políticas de la Complutense y de los líderes hoy de Podemos acerca del día a día en la Universidad, cómo funciona la Facultad de Ciencias Políticas y su definición y análisis de Podemos.

Artículo de Libre Mercado:

"Podemos es una banda de adorables científicos locos armados con bombas nucleares"

G.S. -prefiere mantener su anonimato- es un joven de 30 años que conoce de primera mano a algunos de los líderes de Podemos (Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero y Carolina Bescansa), ya que estudió en la Facultad de Ciencias Políticas de la madrileña Universidad Complutense. Hoy trabaja en Bruselas, dedicado a la cooperación internacional, y, desde la distancia, contempla con una mezcla de estupor y honda preocupación el vertiginoso ascenso político de sus antiguos profesores.
En una entrevista concedida a Libre Mercado, describe su paso por la Universidad y el asfixiante ambiente de opresión y censura que vivió de primera mano durante sus años de estudio bajo el particular régimen de Somosaguas, en donde los que hoy aspiran a gobernar España imponían su particular ley. Su experiencia resulta, simplemente, reveladora...

- ¿Cómo definirías tu paso por la Universidad?
Mi paso por la Universidad fue esclarecedor. La imagen que yo tenía de la Universidad Complutense cuando con 17 años hacía las maletas era la de aquel edificio del Rectorado al principio de la Avenida Séneca. Un edificio señorial de ladrillo rojo y tejado de pizarra que recordaba al Monasterio de El Escorial, un edificio impresionante para una de las primeras universidades de España. Sin embargo la Facultad de Políticas parecía el estercolero de la Complutense. La Facultad era oscura y fría, literalmente. La iluminación pobre y los sistemas de calefacción… En enero no te quitabas el abrigo en clase.

La primera impresión que recibes, el primer mensaje que la Facultad te transmite cuando eres un recién llegado es que aquí hay quien manda y quien manda dice lo que le apetece. La Facultad era el señorío, el cortijo de alguien. Me impresionaron los carteles que malcolgaban de las paredes de ladrillo vivo defendiendo a etarras, claramente pro-chavistas, de ultraizquierda y anarquistas. Carteles de tres metros defendiendo a De Juana; las cabezas de los 183 diputados del PP colgando del techo, como ahorcados, sobre el título de "culpable" por la Guerra de Irak; goras a ETA en los baños...

Pero no me impresionaba tanto eso como el hecho de que no hubiera carteles alternativos, ninguna respuesta, ninguna opinión opuesta. Y yo no me podía creer que en una Facultad, ¡en la de Políticas!, que alberga unos 3.000 alumnos y 300 profesores, todos pensaran lo mismo y todos fueran de ultraizquierda.

En mis primeros meses en la Facultad me advirtieron en Nuevas Generaciones (donde colaboraba en algunas campañas): "Mejor no te definas porque a finales del curso pasado a dos de los nuestros les pegaron una paliza de muerte en el aparcamiento de la Facultad".

- ¿Hasta ese punto estaba ideologizada la Facultad de Políticas?

Clarísimamente ideologizada. Entre las cuatro paredes de Somosaguas han construido su pequeño reino totalitario. No sabría decir qué fue antes, si el huevo o la gallina, porque cuando yo llegué a la Facultad el huevo aún estaba siendo empollado, pero la realidad es que existe una mayoría de alumnado de ultraizquierda muy movilizado y activo y una mayoría de profesorado que utiliza sus clases para movilizar a los alumnos de ultraizquierda y desactivar a los que no lo son.

No existe ninguna norma escrita, ninguna ley ni ninguna regulación que impida a los que no son de izquierdas colgar carteles, expresar su opinión o dedicarse al activismo anti izquierdista. En efecto, toda norma, regulación y ley escrita en la Facultad anima a la libre expresión y al debate, pero en la práctica el entorno es tan asfixiante que la prohibición se hace tácita. Es un ambiente represivo, poco amable.

No digo que los dirigentes de Podemos defiendan el enfrentamiento físico contra quienes piensan distinto, pero sí me atrevo a afirmar que en la Facultad de Políticas de la Complutense hay grupos violentos organizados, de ultraizquierda y sobre los que los actuales dirigentes de Podemos se han apoyado y a los que han alimentado, protegido y engordado. Es la misma metáfora del árbol y las nueces.

Basta con coger el bus A en Moncloa hasta Somosaguas y darse un paseo por sus pasillos. Nadie en su sano juicio puede creerse que en una Facultad en la que se piensa tanto como en la de Políticas, todos, 3.000 alumnos, 300 profesores, piensan exactamente lo mismo. Entonces, ¿por qué solamente una tendencia es visible?

- ¿Dirías, entonces, que la Facultad está gobernada por la izquierda más radical?

Sí, sin duda. La Facultad se mueve entre la izquierda y la ultraizquierda. Hay moderados y hay grupos violentos que campan a sus anchas sin oposición. La casta parece cómoda en ese entorno.

- ¿Casta?

Sí. Existe en la Facultad una casta (profesorado) de ultraizquierda que deja su huella en cada clase, son como pequeñas notas, advertencias. Todo aquel que ha sido alguna vez alumno sabe lo difícil que es enfrentarse a un profesor. El profesor es la autoridad, es quien tiene al final de día tu futuro en sus manos. Un suspenso injustificado y, si quieres protestar, prepárate para un proceso larguísimo que perderás y que, además, te estigmatizará frente a los demás profesores.

Mejor no arriesgarse, como alumno estás en sus manos. La casta dominante impone sus ideas en las aulas a la clase dominada y solo quienes piensan como la casta se atreven a decir su opinión, a colgar sus carteles, a organizar sus actos. Los demás callan y tratan de hacerse transparentes porque no se enfrentan a un igual sino a un superior, a una autoridad... A una casta.

- Es decir, que en la práctica no había libertad de expresión...

La libertad de expresión no existe porque esté escrita en unos papeles. Todos lo vemos en nuestro grupo de amigos. Siempre hay alguien que sienta cátedra, que calla a los demás, y normalmente hay alguien que protesta. Bueno ¿y si en ese grupo de amigos cuatro piensan una cosa y dos la contraria? ¿Y si esos cuatro se empeñan en hablar todo el rato de aquello en lo que disienten? Aquellos dos opinarán una, dos, tres veces, pero a la cuarta se callarán por agotamiento, sonreirán y tratarán de seguir con otras cosas mientras los cuatro izan banderas y cuelgan carteles.

Pues bien, el nuevo estudiante de Políticas llega a la facultad cuando las banderas de la izquierda están ya izadas y sus carteles colgados, así que de alguna forma aprendemos que ya hay una opinión oficial y que para desafiarla vas a tener que dedicar el mismo esfuerzo que antes se dedicaba para tomar una fortaleza. O aceptas la verdad establecida o, si quieres acabar con el establishment, prepárate.

Puedes ser diferente, pero no puedes ejercer. Puedes no ser de izquierdas, pero no hay espacio para que lo hagas público. En mis años de universidad solo vi a una Erasmus francesa desafiar a un profesor en clase. Nadie más lo hizo, yo tampoco...

- ¿Presenciaste algún caso de violencia, acoso o insultos por pensar u opinar de forma diferente a la mayoría?

He presenciado casos de violencia verbal e insultos contra chicas que querían, simplemente, acceder a clase un día de huelga. He presenciado muchos más. Hablo de pequeños comentarios inocentes, pequeños ataques que no matan, pero hieren. Un gota a gota mortificante, un entorno que constantemente te recordaba que no eras bienvenido.

En esos años en Somosaguas, y tal vez por ello llevo casi cinco años dedicado a la cooperación internacional, me sentí como miembro de una minoría que, por no tener, no tenía ni ghetto. Entiendes que la falta de libertad es algo peligroso porque no es tangible, no se ve ni se palpa como la violencia física y es más difícil de detectar. Es, además, un sistema revestido de progresismo y democracia en el que solo hay sitio para el que piense de una manera.

- Monedero te dio clase en tus primeros años de carrera, ¿cómo era en su papel de profesor?

Todos le conocíamos, ya por aquel entonces era una celebrity en la Facultad y sabíamos lo que había. Era un profesor divertido, cachondo. Se llevaba bien con los alumnos y respondía con sorna a los que pensábamos diferente. Él no era Inquisidor, no lo necesitaba porque el sistema estaba a su favor. Siendo como era una de las cabezas visibles de la casta en la Facultad no necesitaba pringarse.
Pero lo que muchos alumnos nunca podremos perdonarle es que no moviera un solo dedo cuando tantos jóvenes veían sus libertades coartadas y pisoteadas. Cómo se movía tan cómodamente en aquel sistema totalitario que respondía a sus intereses e ideología aun sabiendo que al otro lado del piquete había chavales siendo atacados por pensar diferente.

Muchos habríamos agradecido su mano. Habríamos agradecido que Monedero, un líder de la Facultad, hubiese desactivado a esos maromos que le siguen y defendido los derechos de todos. Pero aquello que un simple profesor no cumplió es imperativo exigírselo al político, porque si el político se comporta como el profesor yo ya sé lo que va a pasar, que todo nos irá bien siempre y cuando pensemos igual que ellos.

- ¿Qué opinión te merecen tus antiguos profesores, hoy líderes de Podemos, como políticos?

Mi conclusión es que estos tipos son peligrosos. Ahora son políticos, han creado su partido y se someten a las mismas reglas, pero mientras en el resto de partidos mandan políticos provincianos que han llegado a lo más alto por haber hecho bien la pelota a quien debía nominarle, los de Podemos no son solo políticos sino politólogos.

Como personas, son unos tipos muy listos y muy inteligentes. Son intelectuales. Han dedicado su vida al estudio de los políticos y han analizado todos sus aciertos y sus errores. Nadie puede vencerles en estrategia porque se la conocen toda. Durante años han estudiado y diseccionado la política como un científico observa bichos a través del microscopio. Saben cómo construir un relato, conocen perfectamente las pruebas de Vladimir Propp con las que se construye el relato político perfecto y las están aplicando sobre Iglesias, Monedero y Errejón.

Han vivido de analizar campañas electorales y no solo las clásicas de cartel y eslogan, sino que han estudiado desde su nacimiento las nuevas alternativas, las campañas virales, las low-cost, etc… Y las van a aplicar todas. Estamos ante un grupo de científicos locos con la fórmula del éxito y enfrente políticos de tres al cuarto que en Europa no valdrían ni para alcaldes de pedanía.

Su Talón de Aquiles es el contenido. Utilizarán las mejores técnicas de marketing porque llevan 20 años estudiando la comunicación política, sabrán de estrategias porque han desmenuzado todas las que se han puesto en práctica dentro y fuera de España. Ahí nadie les va a ganar. Solo podemos derrotarles en el contenido, en las ideas y la práctica.

- ¿Por qué crees que están cosechando tanto éxito?

Como políticos son dulces y atractivos. Dicen lo que queremos oír. Llevamos un lustro siendo apaleados, primero por el PSOE y ahora por el PP, que nos exigen un sacrificio tras otro cuando ellos siguen elevándose tres palmos sobre el suelo.

La crisis pasará y los políticos que nos han traído la ruina seguirán igual o mejor que antes de la crisis. Y en éstas, aparece un grupo de gente indignada, con formación y sin pasado que tienen como único punto de su programa barrerlos del mapa político. ¿A quién no le resulta atractivo? La cuestión no es desacreditar a Podemos para apuntalar al PPSOE sino contarle a quien no lo sepa que Podemos está ocultando su verdadero programa para ganar las elecciones.

- ¿Cómo definirías a Podemos?

Podemos es una banda de adorables científicos locos armados con bombas nucleares.

- ¿Cómo crees que sería España bajo un hipotético gobierno de Podemos al hilo de tu experiencia universitaria con Monedero y compañía?

Tengo el placer de contar entre mis mejores amigos en Bruselas con varios venezolanos. Todos me dicen lo mismo: estamos fuera por no estar con Chávez. Eso sería España bajo el gobierno de Podemos, como dice el embajador venezolano, "la punta de lanza del chavismo en Europa".

Si Podemos gobernara en mi ciudad sé que se pasearían inmunes e impunes destrozándolo todo a su paso y colgando sus carteles y banderas como han hecho ya en Somosaguas. Y tal vez, al principio, nos haría gracia porque vienen para cargarse a los ineptos que nos han traído hasta aquí.

Aplaudiríamos esa revancha, pero, una vez purgados PP y PSOE, Podemos necesitaría un nuevo objetivo, un nuevo blanco: los banqueros, los empresarios, los ricos... Y después los cañones se volverían contra los que tienen más de un piso, los que ganan demasiado, los que piensan distinto porque son enemigos del cambio y de la democracia... Todo esto lo hemos visto ya en otros lugares y en otras épocas. Ninguna sociedad está vacunada contra el totalitarismo.

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