jueves, 15 de enero de 2015

Alquileres de renta antigua: el privilegio antisocial de los negocios inviables

Juan Morillo analiza el fin del régimen de los alquileres de renta antigua, un régimen que no puede ser más injusto, desigual, discriminatorio y antisocial. 



Ha desaparecido el régimen de la renta antigua de los locales comerciales desde el 1 de enero de 2015 y, con ello, el inmoral y antisocial privilegio de muchos comercios. Se habla de unos 70.000 comercios (TINSA) que tendrán que renegociar el alquiler.

Los arrendatarios no podrán seguir disfrutando de los "contratos" impuestos hace más de 30 años y los inmuebles comerciales volverán al mercado libre. 

Esto significa que los arrendadores podrán volver a negociar el alquiler de sus inmuebles a precios de mercado, cosa que hasta ahora les era imposible por impedimento legal. Podrán volver a cobrar rentas a precios de mercado. 

Hasta ahora los afortunados inquilinos estaban pagando de 5 a 10 veces menos de lo que hubieran tenido que pagar (sobre todo en zonas céntricas de grandes ciudades). No es de extrañar que hayan puesto el grito en el cielo tratando de salvaguardar sus privilegios.

Ciertamente regresar al mercado libre les puede doler. Tener que pagar precios de mercado puede ser odioso. Pero más odioso debe ser para el propietario, que es consciente de estar perdiendo una importante cantidad de dinero (miles de euros cada mes en muchos casos) por leyes inmorales y liberticidas impuestas coactivamente por el Estado.

Pero el libre mercado es inseparable de la justicia y el derecho, es decir, es inseparable de la propiedad privada y el cumplimiento de los contratos. El inmueble es propiedad privada del arrendador, y resulta totalmente inmoral e injusto que éste no puede negociar libremente a qué precio alquila sus propiedades.

Muchos de los privilegiados comerciantes se han hecho las víctimas argumentando que deberán cerrar su negocio por la subida de los alquileres.

Sin embargo, esta actitud sólo puede ser tildada de caradura y antisocial. Por un lado hay que dejar meridianamente claro que el propietario también tiene un negocio: el alquiler de su inmueble. Un inmueble que, como hemos dicho, es de su propiedad y que por tanto debe poder controlar sin interferencias de terceros. Ya es hora que los propietarios dejen de subvencionar a los arrendatarios.

Cuando los comerciantes afectados se reúnen en lobby y piden al Estado que prorrogue la Ley 29/1994 de Arrendamientos Urbanos, lo que están pidiendo es que se beneficie su negocio a costa del negocio del propietario. Piden que se privilegie a unos negocios frente a otros. Piden que se pisotee la propiedad privada de los demás. Piden una sociedad más injusta e inmoral. Piden la ley de la selva. Piden una sociedad regida por comportamientos mafiosos y no por un estado de derecho. Piden una sociedad desigual y parasitaria.

Todo sin olvidar que han tenido más de 30 años para ir actualizando progresivamente la renta que pagaban a lo que deberían pagar realmente en un mercado sin intervenir. Muchos de ellos se han negado por mucho que el propietario lógicamente insistiese. Una muestra más de su comportamiento injusto y antisocial.

Pero el beneficio no sólo es para los arrendatarios. La sociedad en su conjunto es la gran beneficiada del fin de las rentas antiguas.

Por un lado, al subir los alquileres a precios de mercado se pondrán de manifiesto qué negocios eran viables y cuáles no lo eran. Se eliminarán los negocios que no crean suficiente valor para los ciudadanos. Serán sustituidos por otros que sí sean capaces de ofrecer productos y servicios que los ciudadanos deseen, y por tanto crear más riqueza y más empleo.

De perdurar las rentas antiguas se estaría haciendo sobrevivir artificialmente a unos negocios ineficientes a expensas de otros que sí son eficientes. Las rentas antiguas significan discriminación y trato desigual entre negocios. Significan injusticia, asimetría y desigualdadSon, por definición, antisociales. Todos los negocios y personas tienen derecho a existir y ser tratados de forma justa e igual.

Por otro lado, se reactivará el mercado de alquiler de locales comerciales. El fin de las rentas antiguas introducirá en el mercado todos estos locales que hasta ahora estaban fuera de mercado. Incluso es posible que el incremento de la oferta de alquiler haga que los precios de los locales bajen en según qué zonas más afectadas por las rentas antiguas. Algo realmente necesario para salir y sobrevivir a la crisis económica que sufrimos. Quizás si esto se hubiera solucionado hace tres décadas posiblemente existiría más equilibrio entre la oferta y la demanda en el mercado inmobiliario.

Por todo ello, y por mucho que los lobistas insistan, su causa no es la del interés general. No es la causa de todos. Mentira. Su causa es estrictamente personal, individual y discriminatoria. Los grandes afectados de esta historia han sido los propietarios, que no han podido ejercer su legítimo derecho a la propiedad privada del inmueble teniendo unas pérdidas de rentas inaceptables en una sociedad que aspira a ser próspera, justa y libre.

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