martes, 17 de febrero de 2015

España se recupera, a pesar del Gobierno

Ignacio Moncada analiza la situación económica de España, lo que necesita para la salida de la crisis y lo que se ha producido. 

Una recuperación lenta, y muy sufrida por familias y empresas, pero todo, como bien dice, a pesar del gobierno. 



Desde hace décadas, el profesor Carlos Rodríguez Braun desea los buenos días a diario desde la radio y las redes sociales con una fórmula característica: "Buenos días... a pesar del Gobierno". Esta muletilla no sólo es un sello personal del genial economista, que da título a uno de sus libros y encabeza su columna en La Razón. También se ha convertido en un permanente aviso mental que se ha ido instalando en las conciencias de muchos de sus seguidores. Es como una voz interna que a menudo nos recuerda que no todo lo bueno que nos ocurre es gracias al Gobierno. Casi siempre sucede, de hecho, a pesar del Gobierno. Todas las mañanas sale el sol, y ahí estará Rodríguez Braun para recordarnos que si amanece es porque el Gobierno aún no sabe cómo evitarlo.

En la economía española también parece que, tímido, va saliendo el sol. La crisis económica en la que llevamos inmersos desde que se desató en 2008 ha sido tan terrible que ha terminado por consumir las esperanzas de buena parte de los españoles. Desde el principio estaba claro que lo que teníamos delante era una larga depresión, un túnel en el que no se veía ninguna luz que indicase una salida rápida. Por supuesto, la crisis no es una maldición caída del cielo, no es algo que ocurra sin motivo. La crisis, como bien explica la teoría austriaca del ciclo económico, es precisamente la fase en la que se ponen de manifiesto y se empiezan a corregir los desequilibrios acumulados durante el pasado.

En el caso español, la crisis es la resaca tras el fiestón de los años de la burbuja inmobiliaria, tras la gran borrachera del crédito barato. Los españoles de pronto se encontraron con una factura demasiado abultada y con el piso destrozado. Es decir, con una deuda insostenible y con una estructura productiva distorsionada. Tocaba, pues, hacer limpieza. Por un lado, había que reducir el endeudamiento, desapalancarse, y para ello no quedaba otra que aumentar el ahorro. Por otro, había que liquidar las malas inversiones y las empresas inviables, y redirigir los recursos liberados para construir un nuevo modelo productivo. Había que rehacer el tejido empresarial de forma que estuviera coordinado con patrones sostenibles de consumo y ahorro. Para una recuperación ágil, lo que España necesitaba era sencillo: que familias y empresas tuvieran a su disposición la máxima renta disponible para reducir sus deudas y acometer sus reestructuraciones, y un marco institucional flexible y libre. Pero los sucesivos gobiernos no estaban dispuestos a poner las cosas fáciles, e hicieron todo lo contrario.

Hoy, más de seis años después del inicio de la crisis, seguimos sumidos en ella. Ahora se ve una tenue luz al final del túnel. A una lentitud desesperante, poco a poco, la economía española se va recuperando. España cerró el año 2014 con un crecimiento del PIB del 1,4%, una cifra modesta pero destacable dentro del esclerotizado contexto europeo. Para 2015 se espera un crecimiento de entre el 2% y el 2,3%. La tasa de paro, sin duda la gran lacra de la economía española, también ha mejorado, pasando de casi un 27% en 2013 a un 23.7% al final de 2014, año que cerró con un aumento de más de 430.000 ocupados. Para 2015 se estima una creación de al menos 450.000 empleos.

Estas cifras van a ser la principal arma del Gobierno que preside Mariano Rajoy de cara a un caldeado año electoral. Se van a intentar atribuir el mérito de esta mejoría. Pero basta analizar lo hecho durante estos años para comprobar que, si algo cabe achacarle al Gobierno de Rajoy y Montoro, es el hecho de alargar la crisis y hacerla más dolorosa. Decíamos que los españoles necesitaban la máxima renta disponible para amortizar deudas, liquidar las malas inversiones y reconstruir el tejido productivo. Pues si algo ha definido a este Ejecutivo, que es una continuación respecto al anterior de Zapatero, es la intensidad y voracidad con la que ha subido los impuestos. El Gobierno apretaba la soga en el cuello de familias y empresas justo cuando éstas más urgentemente necesitaban renta disponible. Y sobre sus espaldas colocaba, además, la losa adicional de los rescates de negocios quebrados con cargo al contribuyente. Pese a esto, y pese a las políticas monetarias destinadas a promover el endeudamiento, familias y empresas han sido capaces, con mucho esfuerzo, de reducir su deuda en unos 480.000 millones de euros, una reducción de en torno al 20% respecto al máximo de 2010. Mientras tanto, un Estado incapaz de controlar el déficit público, ha aumentado su endeudamiento en más del doble. Si a finales de 2008 la deuda pública era menor del 40% del PIB, a día de hoy roza el 100% del PIB. 

Decíamos, por otro lado, que la economía española necesitaba de un marco institucional flexible y libre en el que reconstruir la estructura productiva. Dicho de otro modo, hacían falta reformas estructurales. Si bien el Gobierno de Rajoy ha implementado alguna muy tímida reforma, la verdad es que España sigue teniendo el mismo marco institucional rígido y anquilosado de siempre. España es uno de los países de la OCDE en los que es más difícil invertir y crear empresas, con un mercado laboral enormemente costoso, una regulación asfixiante y una justicia lenta e ineficiente. España ha caído durante los gobiernos de Zapatero y Rajoy en el Índice de Libertad Económica que publica la Heritage Foundation, desde el puesto 29 en 2009 hasta el 49 en la actualidad. Pero a pesar de las trabas institucionales, los españoles han sido capaces de llevar a cabo un cierto reajuste en la estructura productiva, destacando sobre todo el gran progreso de la industria exportadora. Familias y empresas han logrado corregir casi por completo el tremendo déficit comercial de más del 10% del PIB que teníamos en 2008.

España, de forma lenta, se recupera. Por supuesto, la tarea aún no ha terminado. Queda buena parte del trabajo por hacer para tener una economía completamente saneada. En el horizonte, además, hay graves amenazas e incertidumbres, principalmente institucionales y políticas, que pueden frenar e incluso revertir la recuperación. Pero poco a poco, con gran sufrimiento, la economía va saliendo del hoyo. No deje que los políticos se atribuyan el mérito. 2015 es año electoral y el Gobierno nos va a vender que la tímida recuperación que ahora vemos son los frutos de su sacrificada labor gubernamental. Por fortuna ahí estará esa sabia voz interna recordándonos la coletilla de Carlos Rodríguez Braun. No se deje engañar. Si España se recupera es gracias al esfuerzo y el sufrimiento de las familias y empresas. Si España se recupera no es gracias al Gobierno. Es a pesar del Gobierno.

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