martes, 14 de abril de 2015

Las subvenciones son la herramienta preferida de los políticos para comprar votos

Lucio A. Muñoz analiza diversos efectos muy negativos de las subvenciones para la inmensa mayoría de la población en beneficio de lobbies y grupos de presión conectados con el poder político a costa del expolio fiscal y parasitario al ciudadano.


Artículo de El Economista:

Uno de los principales problemas que sufre España es la desigualdad, que ha alcanzado un límite cercano al tercermundismo. Y una de las principales causas es la instauración del "régimen de la subvención" en todas las comunidades autónomas y en los ayuntamientos.

Las subvenciones son un instrumento económico que concentra la riqueza en unas pocas manos, contribuyendo a la redistribución de la pobreza. En España, se utilizan para concentrar la riqueza en una minoría, integrada por grupos de interés conectados con el poder político. Y todo ello en detrimento de una mayoría que no las recibe, pero que por medio de expolio fiscal y laboral sirven como fuente de financiación de las mismas.

Se trata de un modelo parasitario de gestión de los recursos públicos, que está incrementando progresivamente la desigualdad en España. Tanto es así que somos uno de los países europeos que más aumenta la desigualdad económica y social, y mientras no modifiquemos radicalmente nuestro sistema, seguirá siendo así.

Así, las subvenciones han perdido en España su razón de ser, impregnadas en corrupción política. Se reducen las inversiones sociales a los más desfavorecidos, que son casi las únicas ayudas que deberían concederse.

Nueva clase social

En estas circunstancias ha nacido una nueva clase social, conformada por políticos, sindicalistas y allegados al poder, a los que podríamos llamar "los nuevos ricos españoles", y cuya fortuna procede, básicamente, de las subvenciones, en sus múltiples versiones. A saber: subvenciones directas, indirectas, concedidas a empresas gestionadas por familiares, por amigos, etc. y que no son rentables ni a corto ni a largo plazo porque están constituidas únicamente para recibir el dinero.

En resumen, la actual política española en torno a las subvenciones le quita el dinero a los pobres, que son los que deberían recibirlas, para entregárselas a estos nuevos ricos.

Además, las subvenciones públicas también han sido configuradas como la herramienta preferida por los diferentes gobiernos para comprar votos y mantener sus redes clientelares, claves para mantener el poder. Andalucía y Cataluña son dos buenos ejemplos de esta práctica, aunque se ha impuesto en todas las regiones.

Control de la ciudadanía

Detrás de cada plan de empleo o de formación o de cada modalidad de subvención pública se esconde un modelo de gestión basado en el total control de la ciudadanía por parte de los poderes públicos.
Sin embargo, gran parte de la ciudadanía sigue creyendo ciegamente en el falso papel protagonista que tiene el Estado en la redistribución eficiente de la riqueza, pese a que en nuestro país solo ha servido para crear miseria entre las familias, las pymes y los autónomos.

Es posible que la aceptación de este régimen de la subvención se deba al estilo de vida de muchos españoles, que prefieren vivir del Estado cómodamente y sin hacerse demasiadas preguntas al respecto.

La crisis en España la han provocado la corrupción política, la malversación de caudales públicos y el despilfarro de los gestores. No podemos permitir que estas tres causas, vinculadas con las subvenciones, sigan aumentando la desigualdad. Los españoles deben reaccionar cuanto antes porque la riqueza la crean los ciudadanos pero, para ello, necesitan que el Gobierno de turno no les robe su dinero para repartirlo entre sus amigos.


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