lunes, 27 de julio de 2015

No hay fin a la vista para las malas inversiones en educación superior

Doug French analiza la enorme burbuja que se sigue gestando en la educación superior en EEUU (cuyas situación y causas ya he tratado con otros artículos).

Artículo de Mises Hispano:

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Los que nos inclinamos en la dirección austriaca vemos burbujas y malas inversiones por todas las esquinas y suponemos incorrectamente según parece, que el mercado corregirá estos errores en menos que canta un gallo. Pero, por el momento, un mercado racional no tiene comparación con el dinero barato. “Cualquier universidad que esté pensando en una expansión de capital, ahora es un muy buen momento”, decía Robert Murray, economista de Dodge Data al Wall Street Journal. “dentro de algunos años, el ambiente podría no ser tan bueno”.

Ahora es un buen momento porque las ganancias bursátiles han impulsado las donaciones “y los bajos tipos de interés han creado un entorno favorable para las universidades para construir”, escribe Constance Mitchell Ford. El auge en la construcción universitaria está en marcha.

En 2014, las universidades empezaron la construcción de proyectos por valor de 11.400 millones de dólares, un aumento del 13% respecto del año anterior. Es el mayor valor en dólares de inicios de construcción desde los embriagadores días de 2008.

El artículo de Ms. Ford destaca un proyecto de 2.000 millones de dólares en Cornell y dieciséis nuevos edificios en Columbia por valor de 6.000 millones. Pero aquí en Auburn, Alabama, el campus ha sido una zona de construcción desde 2008, cuando llegué aquí. Múltiples nuevos dormitorios, un campo de baloncesto, un elegante centro de alumnos y varios nuevos edificios de aulas se han construido en un momento en el que la financiación del estado se ha recortado. Lo que hay ahora en marcha es el mayor marcador en el fútbol americano universitario, con un plan para expandir el estadio posteriormente.

En el año escolar de 1985-86, los costes de matrícula completa en Auburn para un no residente eran de 2.585$. Treinta años después son ahora de 28.040$. Es una tasa de crecimiento anual compuesto del 8,27%.

Según Bloomberg, los costes y matrículas universitarias han aumentado un 1.120% desde que se empezaron a contabilizar en 1978 y la tasa de aumento en los costes universitarios ha sido “cuatro veces más rápida que el aumento en el índice de precios del consumo”.

Las matrículas en las universidades públicas están aumentando aún más rápido, dice Peter Cappelli, profesión de dirección en la Wharton School de la Universidad de Pennsylvania. Este comentó a Becky Quick “Squawk Box” de la CNBC que el coste de la educación ha aumentado un 50% más rápido en las universidades estatales frente a las privadas aproximadamente en la última década.
Cappelli decía que una pregunta crítica era si los alumnos se graduarán en primer lugar, señalando que solo el 40% de los estudiantes a tiempo completo consiguen una licenciatura en cuatro años y 30 millones (quizá hasta 35 millones) de jóvenes adultos no terminan sus estudios.

Una carrera universitaria sin terminar es tan útil como un edificio sin terminar.

Las licenciaturas universitarias son similares a lo que los austriacos llaman bienes de orden superior. Se cree que un estudiante obtendrá conocimientos y madurez en la universidad, haciéndole más productivo y candidato para una carrera bien pagada. La inversión de tiempo y dinero en conocimiento se asumen para el premio de la mayor productividad y una renta alta futura. La educación superior es el medio de orden superior para una carrera de éxito.

La suposición es que estos trabajos bien pagados (A) requerirán un grado universitario y (B) los habrá en abundancia cuando se gradúe el alumno. Tomar prestados 100.000$ para conseguir una licenciatura en derecho es una mala inversión si el alumno acaba escribiendo resúmenes por 15$ a la hora. Un graduado reciente de la Facultad de Derecho de Charleston ponía volantes en los coches anunciando que había tomado prestados 200.000$ para acudir a la facultad y ahora está trabajando en Walmart por 35.000$ anuales.

Un post en el blog  “Above The Law” revelaba: “Respecto del año académico 2013-2014, el coste total de un grado J.D. de tres años en derecho en Charlotte costaba 123.792$, mientras que la deuda mediana por préstamo por graduado era de 159.208$. Solo el 34% de la clase de 2014 tenía un empleo en trabajos indefinidos a tiempo completo en los que se requiriera aprobar el examen de abogado”.

“Más graduados universitarios están trabajando en segundos empleos que no requieren título universitario”, escribe Hannah Seligson en el New York Times,” parte de un fenómeno llamada ‘mal empleo’. En resumen, muchos canguros, vendedores, teleoperadores y camareros están sobrecualificados para sus empleos”.

Ludwig von Mises escribía en La acción humana:
Toda la clase empresarial está, por decirlo así, en la situación de un maestro constructor cuya tarea sea erigir un edificio con un suministro limitado de materiales de construcción. Si este hombre sobreestima la cantidad de suministro disponible, traza un plan para cuya ejecución los medios a su disposición no son suficientes. Sobredimensiona los trabajos preparatorios y los cimientos y solo descubre después en el progreso de la construcción que le falta el material necesario para completar la estructura. Es evidente que el fallo de nuestro maestro constructor no fue el exceso de inversión, sino un empleo inapropiado de los medios a su disposición.
Tal y como está ahora, padres y alumnos siguen teniendo la creencia que la universidad es la vía, si no para las riquezas, sí al menos para una carrera bien pagada. En un artículo de 2011 para mises.org con lo que resultó ser el apresurado título de “La burbuja de la educación superior ha estallado”, yo citaba al fundador de PayPal y primer inversor en Facebook, Peter Thiel, que cuestionaba el valor de la educación superior. Este decía a TechCrunch:
Una verdadera burbuja se produce cuando algo se sobrevalora y se cree intensamente en ello. La educación puede ser la única cosa en la que aún cree la gente en Estados Unidos. Cuestionar la educación es realmente peligroso. Es el tabú absoluto. Es como decir al mundo que Santa Claus no existe.
Como la mayoría de las burbujas, esta se está cebando con deuda. USA Today informa de que 40 millones de deudores  deben 29.000$ cada uno, con un total pendiente de 1,2 billones de dólares. La deuda en préstamos universitarios es fácil de conseguir pero difícil de librarse de ella. Es difícil pagar sin un salario alto y tampoco puede acudirse a la quiebra. “El gobierno, o garantiza o bien posee la mayoría de los préstamos universitarios y tiene el poder de demandar y embargar salarios, deducciones fiscales y prestaciones federales como Seguridad Social cuando el prestatario impaga”, escribe Kelley Holland.

Los impagos son muchos. En el tercer trimestre del último año, la tasa de impagos a tres años era aproximadamente del 13,7%, con la cantidad media impagada por prestatario por encima de los 14.000$.

Estos deudores “están retrasando bodas, hijos y compras de viviendas y (…) muy evidentemente limitando el porcentaje de gente joven que inicia un negocio o trata de hacer algo emprendedor”, dice Mitch Daniels, presidente de la Universidad de Purdue.

Yo administro los fondos de una pequeña beca para la graduación en el instituto de mi pueblo de origen. Este año, por primera vez, un solicitante escribía que necesitaba ayuda financiera para la universidad porque su padre, un veterinario, no puede ayudar a sus hijos porque le cuesta pagar su propia deuda como estudiante.

El auge universitario no es solo en el campus. Los promotores de viviendas de estudiantes han estado también aprovechando el auge universitario. Hace dos años, en un artículo para The Freeman, escribí acerca de promotores ganando dinero en edificios de dormitorios universitarios. Estos promotores  han incluso encontrado Auburn, con su población de solo 50.000 personas. Un proyecto llamado 160 Ross tiene soliviantados a residentes de largo plazo por su alta densidad. Pero por mucho que a los locales no les guste, los estudiantes han agotado las unidades por 599$ la cama.

Esa dolorosa tarifa ha hecho que grandes promotores inmobiliarios hayan venido al pueblo y CV Ventures está dispuesto a romper la baraja con un proyecto de seis plantas de uso mixto en solo un acre, con 456 camas, a un paso de los bares de la universidad, con una Waffle House al otro lado de la calle.

Entretanto, todos los días oímos acerca de cómo los cursos en línea anuncian la muerte de las instituciones de ladrillo y cemento. Por el momento, las universidades tradicionales parecen a salvo. “Porque los campus tradicionales ofrecen interacción entre pares y profesores”, escribe Ron Kennedy, “además de multitud de otros beneficios importantes a menudo buscados por alumnos tradicionales y criados en universidades, siempre permanecerá una necesidad de educación tradicional”.

Más importante, continúa Kennedy, “La investigación ha demostrado que los alumno que interactúan cara a cara con sus instructores y otros alumnos tienden a ser más equilibrados académicamente que sus equivalentes en línea. Esta es una razón por la que la mayoría de los empresarios siguen prefiriendo alumnos que hayan acudido a universidades tradicionales”.

Los árboles no crecen hasta el cielo y tampoco las matrículas. Sin embargo, es dudoso que los jóvenes se queden de repente en casa con sus padres y pretendan graduarse tomando clases en línea. Los padres que puedan permitírselo querrán revivir sus días universitarios a través de sus hijos.

La burbuja universitaria continúa inflándose.

Publicado originalmente el 30 de junio de 2015. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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