sábado, 10 de octubre de 2015

Las consecuencias de la regulación

Gonzalo Melián denuncia otra nueva intromisión política (aún en mayor medida de la que ya hay) en referencia a las gasolineras, todo nuevamente a costa del consumidor (y su bolsillo) e indirectamente en perjuicio del resto de sectores (menos recursos disponibles para emplear en dichos sectores, ya sea como inversión o como consumidores).

Artículo de ABC: 
Cuando algo no funciona correctamente, siempre es culpa de la falta de regulación y si marcha bien, también. El último sector que burócratas y políticos anhelan regular, como si ya no lo estuviera, es el de las gasolineras. Idea a la que se ha sumado el exdirector general de Comercio del PSOE, Gustavo Matos, afirmando que se deberían regular aun más y que, incluso, tendría que prohibirse que la gente pudiera autoservirse la gasolina.
Desgraciadamente, en la Canarias hiperregulada e intervenida en que vivimos, la realidad es la contraria. Las cosas funcionan mal no porque los políticos y funcionarios no sean los que controlan cómo deben de ser sino precisamente porque lo hacen. Desgraciadamente, en vez de reconocer su incapacidad, buscan aún más control. ¿Por qué? Principalmente porque es la forma que tienen de incrementar su poder sobre la sociedad y conseguir así su fines personales.
Volviendo a la idea de las gasolineras, si hay un sector que está controlado con impuestos y regulaciones, es ese. Intente mañana comprar un local y montar una gasolinera, le aseguro que no podrá sin antes pasar por multitud de gestiones para lograr permisos y licencias. Si decide embarcarse en semejante tarea y lo consigue —muchos no lo logran—, intente comprar la gasolina libremente y luego venderla a precio de mercado.
Le aseguro que no le será posible, pues en este caso el Estado tiene todo bien blindado para que esas malvadas personas que utilizan un automóvil paguen impuestos, los que se ven y los que no se ven. Pues al IVA o IGIC que se paga hay que sumarle otro gran porcentaje de impuestos que va incluido en el precio de la gasolina o gasoil.
¿Qué proponen entonces algunos políticos iluminados? Poner aún más regulaciones. Parece que nadie les ha contado a estos señores que si hacen algo así los perjudicados seremos los consumidores, es decir, todos los que les gusta transportarse en un vehículo motorizado. Podrá pensar que el problema no es la regulación, sino el control de la misma.
Pues bien, se imaginan qué pasaría si obligaran por ley a las gasolineras a tener personal para servir la gasolina y nos prohibieran hacerlo por nosotros mismos, como quiere el señor Matos. La respuesta es muy fácil, pagaríamos aun más por la gasolina, tendríamos menos gasolineras o el servicio sería peor. Esto es lo que sucede con cualquier mercado que regulas. Da igual el ejemplo que pongan, va a pasar siempre. A más regulación, mayor deterioro en el servicio, costes y escasez, que en última instancia pagamos todos.

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