jueves, 28 de julio de 2016

El salario mínimo de Gran Bretaña da a los trabajadores jóvenes menos de lo que merecen

Chris Shaw analiza las perversas y contraproducentes consecuencias que tiene en el empleo, especialmente de los jóvenes y menos formados, leyes como la del salario mínimo (supuestamente, hecha por su bien), poniendo como ejemplo de análisis el Reino Unido.
Desempleo, subempleo (menores horas de trabajo, trabajo a tiempo parcial...), discapacitación, dependencia del Estado y falta de autonomía y bajos salarios, y menor productividad para empresas y menor capacidad de emplear y de crecer (especialmente pymes, las más afectadas). 
Por no mencionar menor crecimiento económico, productividad, competitividad y valor añadido de la economía, menor formación de la empresa, menor cualificación de los jóvenes, más costes sociales y gasto público, más impuestos...
Potenciación y crecimiento de los ni-ni.

Artículo del Instituto Mises:
El salario mínimo nacional introducido en 1999 por el gobierno Blair se vio como una de las mejores políticas para acabar con el trabajo explotador y las condiciones de pagas bajas. ¿Qué mejor que crear un suelo por debajo del cual nadie pueda caer? Bueno, parece que ese suelo no era tan estable, ya que los jóvenes han sufrido la peor parte de esta política errónea. Efectos tan graves como aumentar el desempleo juvenil, un importante subempleo y una serie de efectos enmascaradores han llevado a una situación de mercados laborales infrasaturados y a la continua necesidad para los jóvenes de buscar otras actividades, como educación universitaria y planes de formación de base pública o simplemente a abandonar completamente el mercado laboral. También tiene el efecto de discapacitar a los jóvenes y hacerles dependientes del esto del bienestar y de empleos de baja cualificación y bajo salario a través de los planes Jobcentres y Jobseekers Allowance.
Los mercados laborales británicos nunca se han parecido a nada cercano a un mercado libre. Más bien han estado bajo el control de redes directivas corporativistas y sindicatos centralizados. El salario mínimo nacional es simplemente una continuación de esta situación, con el control por parte de la Low Pay Commission (LPC, una reunión de grandes empresarios y sindicatos) y diversos gobiernos con sus políticas equivocadas.

Desempleo joven creciente

Estas tendencias políticas de los últimos 17 años han llevado a una situación de desempleo joven creciente. Ha estado aumentando constantemente desde 2001, a pesar de una economía en crecimiento. “En los últimos 12 años, el número de jóvenes sin trabajo entre los 18 y los 24 años ha aumentado un 78%, mientras que el desempleo entre todos los grupos de edad ha aumentado un 42%”.[1] Esta tendencia de un desempleo joven creciente se hizo especialmente predominante durante 2004, en lo más alto del auge económico. Durante la Gran Recesión, estas tendencias evidentemente se exacerbaron, con la Low Pay Commission señalando que el salario mínimo tenía efectos onerosos sobras las tasas de desempleo juvenil. Sin embargo, ni siquiera al alejarse Reino Unido del crecimiento negativo en torno a 2012 ha caído el desempleo juvenil por debajo de los niveles anteriores a la recesión, sino que solo se ha estabilizado en torno al 16%.
Esto se debe  al efecto bocado del salario mínimo, definido por la LPC como “el salario mínimo como una proporción de la mediana de ingresos”. En el caso de las personas de entre 18 y 20 años, el efecto bocado ha estado en torno al 65% de las ganancias salariales, muy por encima del peligroso nivel de un bocado del 50%. También aquí ha habido una tendencia constante desde 2004, con una tasa de desarrollo juvenil (el salario mínimo para personas entre 18 y 20 años) superando las ganancias medias reales. En general, “ha habido un declive continuo en su tasa de desempleo (entre 18 y 21 años) desde 2000, acompañado por un aumento constante en su tasa de actividad y, desde 2004, un aumento acusado en su tasa de desempleo. En total, 554.000 o el 32,2% de las personas entre 18 y 21 años que no trabajan a tiempo completo están desempleados o inactivos, comparados con el 26,3% en 2000”. Debe señalarse que estas tendencias significativas estadísticamente se han producido durante periodos de crecimiento económico. Así que no pueden explicarse por un rendimiento económico deslucido, sino que deben deberse por el contrario a un mercado laboral debilitado por los efectos negativos del salario mínimo.
Esto lleva a ciclos de desempleo a largo plazo entre los jóvenes y los concentra en trabajos de baja cualificación, con perspectivas mínimas de mejora. Por el contrario la sustitución de trabajos se produce cuando “los empresarios sustituyen a los trabajadores menos cualificados por otros mejor cualificados después de un aumento del salario mínimo”. Para las PYME, esto lleva a un menor crecimiento y expansión del negocio, con las encuestas del FSB mostrando que debido a los aumentos en el salario mínimo las empresas tienen que recortar en niveles de empleo. En la práctica se crea un mercado de monopsonio con niveles inapropiados de poder otorgados a los empresarios ya establecidos. Nuevos empresarios y emprendedores son incapaces de acceder a empleados mejor capacitados ni de promover a empleados menos capacitados debido a los costes del salario mínimo. Así que se crean efectos de barrera de entrada, que aumentan las restricciones presentes en mercados laborales no libres.
Como tendencia general, “salarios mínimos más altos en relación con la mediana de salarios produce un mayor desempleo juvenil en 0,4-1,2 puntos porcentuales” y “los jóvenes, en general, tienen desventaja en los países en los que el salario mínimo es relativamente alto como porcentaje de la paga mediana”. A los jóvenes se les restringe su acceso a oportunidades de empleo y su capacidad de desarrollar habilidades y a los empresarios se las restringe su acceso a gente dispuesta a trabajar.

Infraempleo juvenil creciente

Otro efecto importante del salario mínimo, con consecuencias similares a las del desempleo juvenil, es el infraempleo entre las personas de 18-21 años.El efecto es más evidente en el grupo de los jóvenes, donde encontramos que las mejoras redujeron las jornadas semanales en torno a 3-4 horas. Sin embargo, hay pocas evidencias de que este impacto fuera mayor durante la recesión que durante el periodo previo”, demostrando que el efecto total del salario mínimo en consistente en periodos de crecimiento y recesión. Para las personas de 16-24 años, casi 1 de cada 4 está involuntariamente trabajando a tiempo parcial. Aumenta por encima de 1 de cada 4 si se incluye a personas involuntariamente trabajando en empleos temporales. Considerando una consecuencia concreta del fenómeno del infraempleo, los contratos de cero horas, vemos que el 39% de las personas de 16-24 años desea, o bien trabajar más horas, o bien tener un contrato más seguro. Lo que es aún más perverso, las evidencias señalan que los empresarios disminuyen las jornadas laborales debido a los aumentos en los salarios mínimos, con los contratos de cero horas y el trabajo temporal siendo utilizados cada vez más por empresas monopsonísticas. El efecto bocado no solo ha aumentado el desempleo, también ha llevado a niveles constantes de desempleo irrelevantes para las tendencias económicas más amplias.
Esto lleva a un mercado laboral con su competitividad atrofiada. En lugar de un mercado dinámico de formación continua de empleados y una gran competitividad entre empresas nuevas y en expansión, muchas empresas no son capaces de levantar el vuelo, ya que los costes laborales se hacen artificialmente altos por las respuestas públicas a corto plazo. En lugar de un suelo por debajo del cual nadie puede caer, hay un techo que nadie puede superar. Los empleados son colocados dentro de mercados monopsónicos con el precio establecido por empresas monopolistas ya establecidas. Hay una razón por la que la Confederation of British Industry apoya entusiásticamente el salario mínimo nacional.
Los mercados laborales se vieron enormemente distorsionados y, como consecuencia, se hicieron mucho menos libres. Esto lleva a otros muchos efectos negativos, siendo el principal en fenómeno ni-ni. Ni-ni quiere decir que ni estudia, ni trabaja. Ese fenómeno ha afectado sobre todo a los jóvenes, con un 11,6% de las personas de 17-19 años clasificados como tales de 2011 a 2015. El efecto de la recesión sobre los mercados laborales, combinado con el efecto del salario mínimo de debilitar los mercados laborales para los jóvenes, ha ayudado a crear y expandir este fenómeno. Debido a los incentivos que crea el salario mínimo, los trabajadores jóvenes se ven desproporcionadamente empujados a la situación de tener que aceptar planes públicos de formación, formación superior artificialmente hinchada o simplemente abandonar todo esto para convertirse en inactivos. Sus habilidades y atributos se pierden debido a la intervención política.

Los empresarios ya no pueden permitirse formar a trabajadores no cualificados

Formar a empleados sin cualificación o de baja cualificación es algo que ahora asumen los programas públicos en lugar de las empresas en el mercado. Las prácticas de aprendizaje liberadas por el gobierno han aumentado masivamente desde 2010, llevando a millones a escuelas de formación. Sin embargo, al contrario que los aprendizajes liderados por empresas, muchos de estos planes públicos se basan en escuelas fuera de lugares de trabajo. En lugar de jóvenes trabajadores recibiendo habilidades en el trabajo, se les da habilidades básicas que no hacen que consigan empleos. Y debido a las barreras de entrada creadas por el salario mínimo (así como muchas otras intervenciones públicas perversas) no están creando sus propios negocios. Además, debido a las oportunidades laborales limitadas del mercado que tienen los jóvenes, estos van cada vez más a universidades y educación superior. La Oficina Nacional de Estadística ha señalado que “al inicio de la recesión de 2008 hubo mayor incrementos entre los jóvenes eligiendo permanecer en la educación formal, al empezar a debilitarse y limitarse la oportunidades laborales en el mercado”. Esa tendencia continuó hasta 2012.

Una manera de ayudar: Descentralizar

El salario mínimo de Reino Unido ha tenido en su mayor parte efectos negativos sobre sus jóvenes, destruyendo sus perspectivas en mercados laborales restringidos y excesivamente regulados. No pueden ni convertirse en empresarios ni en trabajadores cualificados, ya que se crean incentivos perversos que monopolizan empresas y limitan la competencia. Sin embargo, el salario mínimo ha resultado una política pública extremadamente popular a pesar de sus consecuencias a corto y largo plazo. Por tanto, se necesitan reformas políticas sensatas. Un de estas propuestas es la descentralización del salario mínimo hacia área locales, como ciudades y condados en Reino Unido. Esto haría que el salario mínimo fuera potencialmente más flexible en sus respuestas a la actividad empresarial y las necesidades de regiones y poblaciones con distintas habilidades. Como propuesta a corto plazo, esto puede acabar llevando a su descentralización a manos de empresarios y empleados, como deberían ser todas las transacciones económicas.
Las consecuencias destructivas del salario mínimo de Reino Unido están a la vista de todos. Solio una clase política tan estúpida y atrofiada como la de Westminster podría ignorarlas seriamente durante todo este tiempo. Desde el gran desempleo e infraempleo de los jóvenes a la creación de mercados laborales extremadamente faltos de libertad e inflexibles, los jóvenes de Reino Unido se han visto en desventaja por estrategias políticas a corto plazo con consecuencias a largo plazo.

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