domingo, 19 de febrero de 2017

El bombero pirómano

Daniel Lacalle analiza las políticas de los bancos centrales y sus graves errores y distorsiones. Unas políticas de bombero pirómano, cuyas consecuencias, por descontando, se achacarán a los "mercados"...
Artículo de El Español:
And your bitter taste is such a nuclear waste of time” Joe Elliott
Esta semana hemos oído al gobernador del Banco de Japón, alertar de que los bajos tipos de interés están poniendo la semilla de la siguiente crisis.
Es, como mínimo, hilarante que el gobernador del Banco Central que acumula ya el 55% de los ETFs de Japón y el 42% de la deuda de Japón, además de mantener los tipos reales a cero desde hace más de quince años, hable de los tipos bajos como si fueran un OVNI que ha caído del cielo. ¿Quién baja los tipos a niveles insostenibles y completamente desligados del riesgo asumido? Los bancos centrales.
Por supuesto, siempre hay alguno que dice que los bancos centrales bajan los tipos porque se lo exigen los mercados –vaya por Dios, como siempre- pero es una falacia que la gobernadora del banco central ruso mostró en una excelente entrevista en CNBCSi fuese una demanda de empresas y mercado para invertir más, la inversión productiva real se habría disparado con los tipos bajando de cinco a cero, y no ocurre así.
Lo que ocurre es que los bancos centrales asumen, equivocadamente, que hay un problema de demanda y no de sobrecapacidad y asumen una cifra de ahorro con respecto a la inversión que les parece demasiado alta porque usan como base el periodo de burbuja. Vamos, que buscan perpetuar los desequilibrios achacando la menor inversión a un anormal comportamiento del sector privado.
En un artículo demoledor, un antiguo miembro de la Reserva Federal alertaba de que el riesgo sistémico en los mercados se ha multiplicado porque los académicos que pueblan los órganos decisores de los bancos centrales ignoran el riesgo financiero y no entienden los desajustes que crean en el mercado.
Ese es el problema de la política del “bombero pirómano” de los bancos centrales. Su objetivo no es evitar una crisis sino perpetuar los desequilibrios buscando la inflación a cualquier precio. Para ello se usa la excusa del “empleo”. Como si crear empleo estimulando burbujas no destruyera mucho más cuando pinchan.
Todo el resto es irrelevante. ¿Los bonos basura a los tipos más bajos de los últimos 35 años? No pasa nada “porque no hay inflación”. ¿Las primas de riesgo a niveles completamente injustificados para la solvencia de los Estados? No pasa nada “porque no hay inflación”. ¿El banco central comprando hasta el 10% de la deuda total de un país? No pasa nada “porque no hay inflación. ¿Préstamos incobrables refinanciados hasta el infinito? No pasa nada porque “no hay inflación”. Y sí la hay… Una enorme inflación en activos financieros que ha generado la mayor burbuja de bonos de la historia.
Ahora, enhorabuena, llega la inflación…  Y –oh, sorpresa- nos encontramos con que los bancos centrales se encuentran con la trampa de que no pueden parar sus políticas. La Reserva Federal dice que hay incertidumbre por la política fiscal de Trump… Sorprendente, porque no tenía ninguna “incertidumbre” sobre el efecto maravilloso de la política monetaria, aunque revisasen todos los años a la baja sus propias expectativas.
Ignorar las burbujas no es una novedad. Les invito a buscar un solo comentario de presidentes de banco central alertando sobre la burbuja inmobiliaria o la de internet etc… Ninguno. Se justifican como un “nuevo paradigma” y a correr.
No es una casualidad que esos académicos mencionados ignoren los riesgos financieros y sean los gestores de fondos los que los muestren. Casi ningún académico sufre por negar una burbuja. Y, como mostraba Paul Romer, son muchos los incentivos perversos de defender lo que sea ajustando el resultado a la defensa de la política de turno.
En Europa, al menos, tenemos un presidente del BCE que no para de avisar que “la política monetaria no sirve sin reformas estructurales”, pero ni caso. Ante la evidencia de que el riesgo se multiplica, lo único que se les ocurre a unos y otros es que se lleve a cabo una política muchísimo más agresiva, pero en vez de generar burbujas financieras que genere burbujas estatales. Como si no se le hubiera ocurrido a nadie.
El bombero pirómano mantiene esas burbujas manipulando el coste y la cantidad de dinero y, cuando falla, la culpa –no lo duden ustedes- será de los mercados. “Tome riesgo, que no pasa nada, que el banco central apoya” y, luego, “es que usted tomó demasiado riesgo”.
Y lo “solucionarán” con otras 20.000 páginas de regulación. Total, el problema es de regulación, no de que los tipos sean artificialmente bajos y se empuje con represión financiera a tomar riesgos desbocados. Es de regulación, pero se dice en esos papeles que prestar a los estados no tiene riesgo.
Los datos de diciembre muestran que en Europa se dieron 78.200 millones de euros de salidas de capital en deuda ante el aumento de la inflación y las pérdidas nominales de los bonos con tipos casi cero… Pero es que, además se dio una salida de inversión extranjera directa de 52.000 millones de euros (datos de BNP). La frágil recuperación europea puede sufrir un importante revés si se sigue manteniendo el gas de la risa monetario y, sobre todo, si se siguen perpetuando desequilibrios que pueden llevar a una importante crisis a un sistema financiero que pedía y aplaudía a rabiar las “políticas expansivas” y ahora ve, aterrado, que hunde sus márgenes y su solvencia.
La salida de esta enorme burbuja no va a ser fácil (lean), porque los bancos centrales creen tener muchas “soluciones” a la deflación y a la inflación, pero ni idea de cómo va a apagar el fuego de la estanflación el pirómano que empezó el incendio diciendo que unas pocas llamas no eran malas porque en el edificio hacía frío.

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