miércoles, 11 de octubre de 2017

Cuando la gigantesca bomba de la deuda explote, la estampida de pánico hacia los refugios será brutal

Carlos Montero se hace eco de la recomendación de inversión de Guillermo Barba ante la explosión futura de la actual bomba de deuda. 

Se nos presenta un panorama incierto en este país. Supongo que eso estarán ya harto de escucharlo. No incidiré en ello. A lo que me referiré en este artículo es si los inversores tienen alguna manera de sobrellevar esta incertidumbre de la mejor manera posible. “¡Qué vendan todo y metan el dinero debajo del colchón!”, me aconsejaba recientemente un amigo. Bueno, si hicieran eso, no podríamos llamarlos inversores. El prestigioso economista Guillermo Barba tiene otra opción: Compren oro.
Veamos cuáles son los argumentos que da para esta recomendación:
El rey de los metales, junto con la plata –siempre que se tengan en físico y en un forma óptima para su venta o liquidación inmediata en caso de necesidad–, son los activos refugio, los seguros financieros sin igual.
Basan su superioridad en que gozan de una demanda permanentemente insatisfecha por parte del público inversor, y eso es lo que les da valor.
No hay ‘monedita’ de oro adicional que le caiga mal a nadie, por muchas que ya se tengan. Es por eso que en economía decimos que su utilidad marginal es, para fines prácticos, constante. Valoraremos la última unidad de oro recibida casi tanto como la primera, y no hay en el mundo otra mercancía que tenga la misma propiedad. La que más se le acerca, el segundo lugar monetario, es la plata. No por nada son la dupla monetaria por excelencia; en una palabra, fueron y seguirán siendo siempre DINERO.
Su existencia material hace obvia su superioridad como seguros ante otras alternativas de inversión que últimamente han aparecido como muy válidas opciones de escape del fraudulento sistema monetario actual: las criptomonedas.
Como señala aquí en su sección nuestro socio David Morgan –el gurú de la plata–, las criptomonedas tienen un talón de Aquiles: es condición indispensable que haya electricidad e internet para que puedan funcionar. El oro y la plata físicos no requieren nada de eso.
Claro está, las criptomonedas tienen características que las vuelven más prácticas en muchos más casos, pero para el que nos ocupa en este artículo, el de la máxima protección financiera, el de fungir como seguros para nuestro patrimonio en caso de desastre generalizado y extremo (siempre posible y más o menos probable), el oro y la plata son incomparables.
Oro amonedado, la mejor opción
Mientras que para los grandes capitalistas la forma más adecuada para su tenencia de metales preciosos monetarios es en lingotes, para los medianos y pequeños la óptima es la moneda de inversión con pureza 0.999.
El futuro precio del oro
El rey de los metales es un seguro financiero sin igual porque no puede ser destruido y, de entre todas las sustancias existentes, es la más demandada por el público. Esa es la razón principal. Tener metales preciosos es, pues, una cuestión de VALOR, un asunto cualitativo, más que cuantitativo.
No obstante, la realidad es que las actuales condiciones de la economía global perfilan que el oro y la plata ofrezcan a sus tenedores apetitosos potenciales de ganancias especulativas en el largo plazo.
David Morgan dedica su sección a los pronósticos de la plata, y hace unos días, el experto empresario Hugo Salinas Price publicó los suyos para el oro.
En su artículo El precio futuro del oro, Salinas Price aborda el tema del supuesto próximo lanzamiento de un contrato de futuros de petróleo denominado en yuanes y convertible en oro. Aunque no se trata de una nota oficial confirmada, el hecho de que se mencione –en un país donde la libertad de expresión no existe– es de llamar la atención. La especie pudo haber sido soltada para medir la reacción y posibles objeciones. Como quiera, ignorar la noticia o subestimarla puede ser un gran error. Más vale tomarlo en cuenta para el análisis.
Pues bien, Salinas Price escribe lo siguiente:
Los Bullion Banks son las entidades que controlan el precio del oro mediante la venta de contratos a futuro, es decir, ‘oro en papel’. A través de estos contratos, los Bullion Banks prometen entregar oro a un precio determinado, a los especuladores que compran esos contratos, aunque la intención de estos especuladores es obtener sólo una ganancia en dólares, mediante su apuesta a que el oro subirá, y no pretenden recibir el oro físico.
A veces, los especuladores logran ganancias, pero la mayoría de las veces pierden, porque los Bullion Banks pueden mover hacia abajo el precio del oro en cualquier momento y limpiar a los especuladores que estaban con posiciones ‘largas’ en oro. Este juego ha sucedido durante años.
Supongo que los Bullion Banks no desearán recibir yuanes, a cambio de entregar oro físico. Primero convertirán los yuanes a dólares, y el único probable proveedor de esos dólares tendría que ser el Banco de China, que, por cierto, quiere reducir su tenencia de dólares. De esta forma, los Bullion Banks podrían ofrecer oro a cambio de dólares.
Esta operación mata dos pájaros de un tiro: los exportadores de petróleo consiguen su oro en Londres, y China reduce su tenencia de dólares, lo cual desea hacer.
Inevitablemente, desde la primera operación que se realice bajo el esquema chino se producirá un notable incremento del precio del oro. Cuando los exportadores de petróleo ofrezcan los yuanes en su poder a los Bullion Banks en Londres, estos convertirán los yuanes a dólares, y el precio en dólares que se ofrece para conseguir oro tendrá que incrementarse de inmediato, junto con el precio del oro en yuanes.
Para equilibrar la enorme masa de hidrocarburos que recibe China, contra una cantidad muy limitada de oro disponible en Londres, será necesario que el oro se dispare de precio en yuanes y, necesariamente, también en términos de dólares.
En efecto, el yuan sufrirá una tremenda devaluación frente al oro, al igual que el dólar. No puedo imaginar a qué precio finalmente se estabilizará el comercio entre el oro y el petróleo, pero creo que tendrá que ser en muchos miles de dólares por onza. Cuando se trata de ‘adivinar’ el precio que como máximo alcanzarán los metales preciosos monetarios, la realidad es que sólo podemos tener suposiciones y conjeturas más o menos razonables, pero nada más.
La cifra redonda que más suele repetirse para el oro es de 10,000 dólares la onza, lo que podría significar históricamente un alza de la plata hasta los 625 dólares (a una ratio de 16:1), pero lo cierto es que, como todos, este mercado alcista mayor tendrá que terminar en una fase de euforia, de burbuja. Una característica típica de ellas es que los precios alcanzados suelen ser exagerados, impensables, y, a decir verdad, no es nada impensable un nivel de 10,000 dólares la onza de oro, por lo que el pico podría ser incluso más alto.
Como sea, hasta el momento no hay confirmación ni certeza de que estos contratos chinos de petróleo ‘respaldados’ o ‘convertibles’ en oro se darán, pero, como quiera, desde la óptica fundamental sería un ingrediente EXTRA que predispone lo que hemos advertido desde hace mucho: el oro –y la plata– tendrán que disparar su precio en medio de una gran crisis del dólar (aún lejana), y en anticipación, el momento de comprar nuestra posición fundamental de metales preciosos físicos es ahora.
La gigantesca bomba de la impagable deuda que se sigue inflando en el mundo tendrá que reventar, y la estampida de pánico hacia los refugios seguros será brutal. Por eso aquí le recordamos que una vez que ya se tiene como mínimo el porcentaje recomendado de nuestra cartera en metal físico –10% como mínimo y hasta 30% como máximo–, puede y debe diversificarse hacia otros activos relacionados, en especial mineras de metales preciosos que pueden ofrecernos apalancamiento y, con ello, altas expectativas de ganancias capitales especulativas.

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