martes, 28 de noviembre de 2017

¿Qué pasaría si ninguna empresa pagara sus impuestos?

Iván Carrino analiza brevemente qué pasaría si ninguna empresa pagara sus impuestos.


Habría que añadir mucho más, pues, de ser así, el beneficio empresarial aumentaría, el empleo aumentaría, los salarios aumentarían, la inversión aumentaría, la innovación aumentaría, el desarrollo aumentaría, la productividad aumentaría, la eficiencia económica aumentaría, la asignación de recursos mejoraría...en definitiva, el desarrollo y el progreso aumentarían. 

Artículo de Libertad y Progreso Online: 

Si los impuestos fueran 0, los beneficios económicos serían extraordinarios.
No tenía más de 20 años cuando decidí emprender mi primer “negocio virtual”. En ese momento estaba realizando una pasantía en un centro de computación que quedaba en el barrio de Once. Eso hacía que pasara siempre por comercios de venta al por mayor de juguetes, textiles, electrónicos, etc.
Se me ocurrió, entonces, que ahí podía haber una oportunidad. En una de las vidrieras había unas pequeñas carteras con un estampado estilo “Burberry’s”. Pensé que podía ser buena idea comprar algunas al por mayor (recuerdo que costaban $ 11 cada una) y luego revenderlas al por menor a través de un portal de internet, llamado “MercadoLibre.com”.
Así fue. Compré una buena cantidad de carteras, les saqué algunas fotos y las subí a la página.
No me fue mal. De ganancias obtenía menos que el Salario Mínimo Vital y Móvil, pero no me quedó ninguna cartera sin vender. Fue una buena experiencia que me permitió conocer esta maravilla llamada “e-commerce”.

Pagar pocos impuestos

Hoy MercadoLibre.com (MELI, por su símbolo de cotización en la bolsa) está en el ojo de la tormenta. En Argentina, la AFIP sostiene que la empresa le debe unos $AR 500 millones por beneficios impositivos mal adjudicados.
El caso es el siguiente: existe una ley, la 25.922, que se sancionó para promocionar la industria del software. La promoción consiste en brindar a las empresas “estabilidad fiscal”, que se logra con el compromiso de no subir la carga tributaria por 10 años.
Eso no es todo. El sistema también ofrece a las empresas utilizar hasta el 70% de las contribuciones patronales como “crédito fiscal” para cancelar deudas por IVA u otros impuestos nacionales, salvo Ganancias. Por último, les da una desgravación del 60% en el monto total del Impuesto a las Ganancias determinado en cada ejercicio.
Nada mal.
Desde el año 2007 que MELI forma parte de este Régimen de Promoción. Según la compañía, esto fue aprobado por el Ministerio de Producción tras sucesivas auditorías. Según la AFIP, sin embargo, MercadoLibre no debería acogerse a dicho esquema y, por tanto, debería pagar los impuestos como cualquier “hijo de vecino”.
De ahí surge el reclamo.
Comentando al respecto del caso, una reconocida periodista concluyó:
 “Lo que pasa es que nuestro empresariado quiere pagar pocos impuestos”.
Curioso comentario. Es que, ¿cuál sería la novedad? ¿Acaso los japoneses gustan de pagar muchos? ¿Acaso la periodista misma desea pagar más?
Los impuestos, por algo, se llaman “impuestos”. Porque nadie quiere pagarlos. De otra forma, se llamarían “aportes voluntarios”.

Más crecimiento

Ahora bien, al margen de la situación de MELI contra la AFIP  (donde habrá que dirimir si efectivamente está bien que la empresa sea considerada parte de la industria del software y,  por el otro, si se debe cobrar impuestos de manera retroactiva) es interesante el debate sobre los “muchos” o “pocos” impuestos que se pagan.
Después de todo, es claro que los empresarios, así como todos los demás, no quieren pagarlos. Ahora bien, si efectivamente consiguieran no hacerlo, y nadie los penalizara por ello: ¿qué ocurriría?
¿Sería un problema para la economía en su conjunto o, por el contrario, sería una bendición?
El economista norteamericano Robert Murphy analizó una serie de estudios teóricos y empíricos que relacionan la austeridad fiscal, las tasas impositivas y el crecimiento económico.
Uno de ellos es el de Lee y Gordon, de 2005, donde se encontró que una reducción de diez puntos en los impuestos corporativos elevaba el crecimiento económico de 1 a 2 puntos porcentuales por año.
Ahora bien, lo que planteamos nosotros no es que la empresa vea reducida en 10 puntos la tasa de impuestos corporativos, sino que directamente no los pague. Es decir, que la alícuota efectiva caiga a 0%.
Considerando el caso argentino, entonces, tendríamos una tasa de impuesto a las ganancias que pasaría de 35% a 0%, generando un aumento en el crecimiento anual de 1,5 puntos porcentuales (la mitad entre 1 y 2), multiplicado por 3,5 (1,5 puntos por cada 10 de reducción). Eso resultaría en un crecimiento anual adicional de 5,25 puntos porcentuales.
Es decir, si las empresas de Argentina tributaran 0% de Impuesto a las Ganancias, el crecimiento proyectado de los próximos años no sería del 3% anual, sino del 8,25%. Esto generaría un suculento aumento de la riqueza per cápita, que se duplicaría en nada menos que 12 años.

Mayores salarios

Otra consecuencia positiva que tendría el impago total de los impuestos por parte de las empresas es un mayor salario.
En nuestro país, los impuestos al trabajo son los más altos del mundo. Por cada $ 100 de salario de bolsillo que tiene el trabajador, el empleador debe pagar $ 167 en el peor de los casos.
¿Qué pasaría si estos impuestos no debieran pagarse o fueran 0%? La microeconomía indica que una parte se la quedará el empleador y otra parte se la quedará el empleado. Las ganancias de la empresa crecerán y también el salario del empleado.
Ahora bien, si la oferta de trabajo es totalmente inelástica –algo que podemos suponer si el trabajador necesita el empleo al margen de cuánto se le pague- entonces todo el beneficio se lo llevará el trabajador en la forma de un aumento de 67% en su salario de bolsillo.
Es que, al margen de lo que diga la ley –y solo en este hipotético caso- era el empleado quien estaba pagando todo el impuesto. Su eliminación implicaría un salto en su remuneración y una mejora sustancial de poder de compra.
Volviendo al inicio, es evidente que los empresarios, así como todos los demás, quieren pagar pocos impuestos.
Lo que tal vez no es tan evidente es que si efectivamente eso ocurriera, los beneficios económicos serían extraordinarios.

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