martes, 19 de diciembre de 2017

El empresario Sebastián Piñera gobernará en Chile con un programa económico ‘light’

El socialismo del siglo XXI sigue retrocediendo en Sudamérica. En este caso le ha tocado a Chile, cuyo evidente deterioro económico y de gestión (Bachelet) ha llevado al poder a Piñera. 
Otra cosa es el programa que lleve adelante, pues entre tanto populismo y extendida demagogia es complicado llevar a cabo necesarias reformas de calado para la mejora del país. Veremos si se llevará a cabo el gradualismo como en Argentina (que está lejos de resolver y virar los errores existentes en el país). 

Artículo de Libre Mercado: 
El nuevo presidente de Chile, Sebastián Piñera | EFE
Sebastián Piñera volverá al Palacio de La Moneda. El empresario se ha proclamado vencedor en las Elecciones Presidenciales de Chile, como ya ocurriera hace dos legislaturas. Tras obtener un decepcionante 37% de los votos en la primera vuelta de los comicios, Piñera ha logrado un importante apoyo del 55% en la segunda ronda de la votación. Este porcentaje se compara favorablemente con el magro 45% que ha cosechado su adversario, el izquierdista Alejandro Guillier. De modo que, en las próximas semanas, Chile entrará en una nueva etapa política marcada por el retorno al poder del centro-derecha.
En clave económica, el legado que deja Michelle Bachelet no es precisamente favorable. Un buen ejemplo de su decepcionando segundo mandato lo tenemos en la tasa media de crecimiento registrada por la economía chilena. Bajo gobierno de Sebastián Piñera, el PIB avanzó a una tasa media del 5%, muy por encima del 1,5-1,8% anotado durante la última legislatura.
También en clave laboral nos topamos con un bagaje de lo más mediocre. Si la Administración Piñera logró crear un millón de puestos de trabajo, el gabinete de Bachelet se ha movido en tasas que son entre tres y cuatro veces más bajas. Además, el peso del empleo indefinido en las nuevas contrataciones ha pasado de más del 70% a menos del 50%, lo que apunta a una creciente precarización laboral.
No hay que olvidar que el segundo gobierno de Michelle Bachelet impulsó lo que algunos de sus altos cargos describieron como la"retroexcavadora", una agenda de medidas políticas orientadas a acabar con el modelo liberal chileno. Por tanto, lo que estaba en juego en estas elecciones era la validación de esa estrategia profundamente antiliberal o el retorno a posiciones menos hostiles al laissez faire.
Tras años de embestidas, el sistema de pensiones de capitalización individualsigue en pie, pero se ha deteriorado notablemente la libertad de mercado en campos como la fiscalidad, la educación o el mercado de trabajo. La deuda ha crecido a consecuencia de la acumulación de sucesivos agujeros presupuestarios: hace una década solo alcanzaba al 5% del PIB, pero ahora se ubica en el entorno del 25% del PIB. Con semejante panorama, no sorprende que las agencias de calificación de deuda hayan reducido la nota de solvencia de Chile.

Programa tibio y un parlamento fragmentado

Frente al detallado programa de gobierno con el que Sebastián Piñera accedió por primera vez a La Moneda, su segundo ascenso al poder coincide con un esfuerzo programático mucho menos concreto. En cualquier caso, las líneas generales de su acción de gobierno pasan por los siguientes puntos:
  • Revisión del gasto corriente en las Administraciones Públicas.
  • Recorte de la burocracia y afiliación de los trámites.
  • Congelación de los ingresos tributarios.
  • Política de superávit fiscal a medio plazo.
  • Reforma del Impuesto de Sociedades.
  • Modernización del mercado de trabajo.
  • Suscripción de nuevos acuerdos de libre comercio.
No pocos analistas interpretaban la moderación de Piñera como una maniobra orientada a evitar críticas concretas a su programa. El tiempo dirá si el buen resultado cosechado en la segunda vuelta anima al futuro presidente a asumir una agenda más profunda de reformas o si, por el contrario, se conforma con llevar a cabo los compromisos generales asumidos con el electorado chileno.
Un obstáculo importante para asumir nuevas reformas será la fragmentación del poder legislativo, donde diecisiete fuerzas distintas han obtenido representación. No está claro cuál será el equilibrio efectivo de fuerzas, puesto que los bloques políticos de izquierda y derecha han llegado a las urnas más divididos que nunca antes en la historia de la democracia chilena.

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