lunes, 12 de febrero de 2018

Detrás de ese ‘portavozas’ Podemos oculta algo más inconfesable que un tonto error gramatical

Elentir analiza lo que hay detrás del "portavozas" de Podemos. 

Artículo de Contando Estrelas: 
Podemos montó ayer otro numerito para demostrar su gran habilidad a la hora de generar polémicas aparentemente triviales y convertir incluso errores gramaticales en manifiestos políticos.
Intenta desacreditar a la RAE por no ayudarles en su ingeniería social
En una rueda de prensa en el Congreso de los Diputados, la portavoz de Unidos Podemos en el Congreso de los Diputados, Irene Montero, protagonizó la tontería del mes lanzando un “portavoces y portavozas”, un absurdo desdoblamiento de una palabra que, precisamente, sirve para ambos géneros:
Por la tarde, Irene Montero defendió el uso del “portavozas” alegando que “el lenguaje se usa como instrumento para perpetuar el machismo en las sociedades: lo que no se nombra suele no existir”.
Montero también alegó que la RAE contiene una definición machista de la palabra “fácil”, en un penoso intento de desacreditar a la Academia. Pero hay que decir que la RAE no se dedica a diseñar el significado de las palabras -eso es lo que intentan ingenieros sociales como los de Podemos-, sino que se limita a describir los usos existentes, aunque a veces sean peyorativos. Y precisamente por eso Podemos se lleva mal con la RAE: porque la Academia no se pliega a sus exigencias de manipular las palabras con fines ideológicos.
Un deliberado error gramatical con un propósito nada limpio
De hecho, lo de ayer no fue algo accidental. La propia Montero lo ha dejado claro: se siente oprimida por las palabras y quiere que las demás mujeres se sientan tan oprimidas como ella. Pero ¿y a qué viene esto? Pues a que Podemos defiende la ideología de género, cuyas creadoras -comunistas militantes como Simone de Beauvoir o Shulamith Firestone- querían trasladar la tesis marxista de la lucha de clases a los sexos, pensando que ésa era la única forma de que triunfase su revolución en un Occidente donde la consolidación de una amplia clase media inmunizaba a la sociedad frente a los viejos discursos marxistas. El objetivo de aquellas ideólogas era que las mujeres se sintiesen oprimidas por los hombres, pero en una sociedad en la que la mujer goza de los mismos derechos legales que el varón, ese discurso es cada vez más difícil de sostener. Por eso salen con cosas como el mito de la “brecha salarial” o los “micromachismos”, con los que intentan que las mujeres se sientan oprimidas por cualquier tonteríadesde invitar a café a una chica a decirle que está guapa, pasando por que los niños jueguen a ser superhéroesque los hombres se sienten con las piernas abiertas y también por el hecho de llamar “portavoz” a una mujer.
Te ofrecen una utopía a cambio de tu libertad: ¿qué puede salir mal?
Pero ¿y qué ganan estos tipos -y tipas- provocando enfrentamiento entre hombres y mujeres? Repasemos la historia del comunismo (pues Podemos es un partido fundado por comunistas): también dijeron que iban a “liberar” a los obreros instaurando una sociedad igualitaria y sin clases, y el precio a pagar era que el Estado lo controlase todo, y que una minoría de ideólogos tuviese todo el poder. El dramático resultado lo hemos visto estos últimos cien años: represión, dictaduras, miseria y muerte. La ideología de género es un nuevo intento de concentrar un poder político absoluto en unas pocas manos, prometiendo a cambio -como en 1917- una sociedad utópica e igualitaria, en la que las mujeres se verán liberadas de la brutal opresión a la que las sometemos los hombres haciendo cosas como invitarlas a tomar café y decirles que están guapas. Y el precio a pagar sería, una vez más, nuestra libertad, y en este punto no tenemos que imaginar futuros distópicos: hace años que nos someten a un señalamiento constante contra todo el que es acusado de “machista”. Ahí tenemos el caso del actor Arturo Valls, sometido a un linchamiento en la red por rechazar que los Premios Goya se conviertan en un mitin feminista. Es otro claro aviso a navegantes: el que se atreva a discrepar será machacadoAl final, esos vendedores de utopías siempre acaban igual: intentando “liberarnos” de nuestra libertad.

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