lunes, 5 de febrero de 2018

El feminismo antiliberal contra la mujer #SaveOurGridGirls

Juan Morillo analiza la eliminación de las Grid Girls en la Fórmula 1, tras ceder a las peticiones del feminismo radical. 


Esta semana hemos conocido la noticia de que la Formula 1 piensa eliminar las azafatas del pitlane. Según Sean Bratches, el nuevo director comercial de operaciones de la Fórmula 1, “esta costumbre no resuena con los valores de nuestra marca y está claramente en desacuerdo con las normas sociales actuales".
Muchos nos preguntamos a qué normas sociales actuales se refiere. Y es que la eliminación de las pitbabes o Grid Girls no deja de ser una acción políticamente correcta, un gesto de cara a la galería para agradar a un movimiento minoritario como es el feminismo radical antiliberal.
Un feminismo colectivista y radical que nos quiere hacer creer que solamente existe un tipo de mujer. Cometen la atrocidad intelectual de tratar a las mujeres como un colectivo uniforme. Una idea abstracta de mujer con los mismos gustos, preferencias, problemas y objetivos en la vida. Una idea verdaderamente disociada de la realidad, ya que cada mujer es un ser humano distinto y único, con sus capacidades y talentos, con sus deseos y miedos, con sus preferencias subjetivas y con sus planes de acción vitales.
Que algunas feministas consideren denigrante el trabajo de azafata o modelo (o prostituta o camarera) no significa que lo sea para el resto de las mujeres. De hecho, hay mujeres totalmente libres que han decidido libremente ejercer esa profesión porque consideran subjetivamente haciendo uso de su libertad que es lo que les conviene y lo que les hace verdaderamente felices.
Intentar que todas las mujeres piensen y sientan de la misma manera significa imponerles coactivamente una determinada moral. Algo verdaderamente totalitario. Y esa ha sido la reacción de las afectadas, las Grid Girls, que ahora perderán su trabajo y deberán buscarse otro. Defienden que desarrollan esa labor libre y conscientemente, y que no han sido coaccionadas por nadie para dedicarse a ser modelo. Ha sido una elección personal.
Algunas feministas pueden sentirse ofendidas por el trabajo que realizan las modelos (están en su perfecto derecho), pero no tienen derecho a decidir qué es adecuado para ellas, intentando prohibir su trabajo de forma legal-coactiva.
Y es que, en verdad, el feminismo antiliberal cae en una actitud profundamente machista, ya que presupone que las mujeres no pueden decidir por sí mismas lo que les conviene. Que no eligen adecuadamente como vivir sus vidas.
La realidad es muy contraria: la mujer como ser humano único debe tener el derecho de decidir a qué dedica su vida (siempre que no agreda a terceros). Nadie tiene el derecho que decidir por ella de forma violenta (prohibir trabajos). Nadie tiene el derecho a obligarla a tomar acciones que no quiera. Nadie tiene que tutelarla. Nadie le tiene que decir cómo vestirse o a qué dedicarse. Ella decidirá y sabrá lo que le conviene. En eso consiste el verdadero feminismo: el feminismo individualista y liberal.

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