domingo, 4 de marzo de 2018

No hagan demagogia con las pensiones

Amador G. Ayora analiza la creciente demagogia con las pensiones, dado el elevado interés electoral que suscita. 

Artículo de El Economista: 
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El ambiente preelectoral ha reabierto la batalla de las pensiones. Unidos Podemos registró en el Congreso una propuesta para que Mariano Rajoy explicara sus planes para garantizar las pensiones, apoyado de la convocatoria de varias manifestaciones en las calles, y el PSOE de Pedro Sánchez entró al trapo con propuestas irrealistas, como ya es habitual en su partido.
Es una pena que un asunto tan delicado, sobre el que se había creado un consenso político para que fuera debatido en el Pacto de Toledo, salte a la arena política, donde todo se deforma y tergiversa. Rajoy decidió esta vez no eludir el cuerpo a cuerpo y se dispone a exponer sus planes en el Congreso. Hace bien, tiene todas las de ganar si logra explicarlo bien.
Es muy difícil convencer a un ciudadano medio de que no se pueden subir las pensiones porque no hay dinero suficiente. España tiene un sistema de reparto no proporcional a las cotizaciones en el que los jubilados más modestos cobran más de lo que aportaron como trabajador activo, debido al incremento de la esperanza de vida. Y lo que es peor, si los sueldos actuales son por término medio más bajos, las pensiones futuras tendrán que serlo también.
No es posible que las pensiones suban como la inflación, como pide el PSOE. Se trata de una fórmula anticuada, como dijo ayer Cristóbal Montoro, que en la pasada crisis se de-mostró que solo conduce a la ruina, ¿Por qué? Porque los momentos de inflación elevada pueden coincidir con depresiones de la economía.
En 2008, el sector de la construcción tenía firmado un convenio que obligaba a alzas salariales de más del 4 por ciento. El mercado de la vivienda se desplomó y las empresas tuvieron que despedir a sus plantillas, ante la imposibilidad de afrontar las retribuciones comprometidas. A partir de ese momento, los agentes sociales (patronal y sindicatos) acordaron que los incrementos deberían guiarse por la productividad o el crecimiento, pero jamás por el IPC. ¿Qué empresa está hoy en condiciones de garantizar que sus salarios evolucionarán con el IPC? Ninguna.
La portavoz de Podemos, Irene Montero, acusa al PP de gastarse la hucha de las pensiones. Mentira. El Fondo de Reserva de la Seguridad Social está a punto de agotarse, pero la culpa no es de Rajoy sino de la nefasta política económica de Zapatero, que catapultó el desempleo a tasas próximas al 30 por ciento. No hay que olvidar que esa hucha se sufraga con las cotizaciones de los trabajadores. La única garantía de sostenibilidad para las pensiones está en el crecimiento del empleo.
Y para que se continúen creando puestos de trabajo es fundamental preservar las cuentas en orden y mantener a raya el déficit. El gasto en pensiones absorbe alrededor del 40 por ciento del Presupuesto anual y tiene que ser financiado ya en parte directamente a través de impuestos, debido a que las reservas están a punto de agotarse. Si se aplica el IPC a las pensiones, el déficit de la Seguridad Social se duplicará en siete años y será inabordable a largo plazo. Volvería la desconfianza en la economía, se marcharían las inversiones y las tasas de paro marcarían nuevos récord. En definitiva, se romperá el círculo virtuoso en el que vivimos.
Las propuesta de Sánchez sobre las pensiones es electoralista, irreal y potencialmente destructiva para el bienestar de los ciudadanos. Es volver a los errores de su antecesor, Zapatero, autor de la mayor crisis de la economía española.
¿Por qué la izquierda reabre, entonces, el debate? El primero motivo es que el año que viene entra en vigor el factor de sostenibilidad. ¿Y qué es eso? Básicamente que la pensión se calculará teniendo en cuenta la esperanza de vida media, que creció alrededor de un lustro. Eso provocará que a partir de 2019, las nuevas pensiones reduzcan el 0,75 por ciento sus prestaciones.
¿Y quien tomó esa decisión? La iniciativa se acordó en el Pacto de Toledo, en el que están representados todas la fuerzas políticas, la patronal y los sindicatos. En esos momentos, Podemos no tenía representación política.
¿Qué pasa si se suprime el factor de sostenibilidad? Que el sistema quebrará en unos años si no se incrementan las cotizaciones o la vida laboral o se financia directamente con impuestos.
Pero sufragar las pensiones con cargo al Presupuesto es también fantasioso, porque el Estado, además, debe responder en los próximos tiempos a demandas como el incremento del coste de financiación de la deuda, que roza el cien por cien del PIB, o a los requerimientos de mejora de la financiación de algunas autonomías, como Cataluña o la Comunidad Valenciana.
Las cotizaciones han subido en dos millones desde 2013, pero siguen siendo insuficientes para sufragar las pensiones, que crecen a un ritmo del 3 por ciento y son más caras por término medio. La única opción que quedaría sería alargar la edad de jubilación, porque si vamos a vivir más años, también tendremos que trabajar más, pero eso es muy impopular.
El PP estudia, no obstante, la idea de subir las pensiones de manera extraordinaria en 2019 alrededor del 1 por ciento para compensar a los jubilados. Se trataría de una medida ocasional, porque es inviable mantenerla, y movida por las elecciones autonómicas y municipales previstas para 2019, así como la proximidad de las generales.
Aquí está el segundo motivo que movió el debate. La falta de Presupuestos precipitó la posibilidad de adelantar los comicios. Rajoy parece que regañó a Montoro por sugerir la posibilidad de prorrogar este año y el que viene las cuentas generales del Estado. Desde entonces, el ministro de Hacienda defiende que habrá Presupuesto y presentará su proyecto el 23 de marzo.
Pero todo depende de que Puigdemont dé un paso al lado para facilitar el nombramiento de otro candidato. El Gobierno baraja que después de que los tribunales desestimen la candidatura de Jordi Sànchez, a mediados de mes se podría designar como presidente de la Generalitat a Jordi Turull, también imputado, pero en libertad.
En cuanto se levante el 155, Rajoy logrará el apoyo del PNV y luego intentará reactivar el principio de acuerdo con Ciudadanos. Ahí es donde están las mayores dudas, ya que la formación liderada por Albert Rivera comenzó a tumbar algunas proposiciones de ley del PP, en un signo de posible ruptura.
Nos queda un mes de marzo de infarto, en el que Rajoy está no solo en manos de Puig- demont, sino de Rivera, que puede acariciar la idea de acortar la legislatura si no apoya las cuentas generales de 2018. Con este panorama, es comprensible que en la izquierda velen ya armas y lancen un furibundo ataque contra Rajoy donde más daño pueden hacerle, el colectivo de jubilados, que es su gran reserva de votos.
PD.- Por lo demás, en el frente internacional, Donald Trump desató los nervios de los mercados al aprobar aranceles al acero y al aluminio frente a China. La sola amenaza de una guerra comercial, unido a la guerra fría con Corea del Norte y con Rusia, desata tensiones geoestratégicas y golpea los mercados. Si se tiene en cuenta, que el nuevo presidente de la Fed, Jeremy Powell, habla ya abiertamente de subida de la inflación y de los tipos de interés, el panorama se complica. La vuelta de la inflación frenará la economía y generará sensación de inestabilidad. Además, los mercados europeos cerraron la semana en mínimos anuales, pendientes del resultado electoral en Italia y del visto bueno del SPD a la nueva coalición de Gobierno de Angela Merkel este fin de semana. Crucemos los dedos para que todo salga según lo previsto y no tengamos un lunes... negro.

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